José Martí y Rubén Darío. |
Por Leonides Penton. (Especial para el blog Caracol de agua)
Hay reglas para presentar a las personas. Se espera que a partir de una buena presentación, se alcance un resultado positivo en el presente y futuro de las relaciones entre dos seres
humanos que se conocieron gracias a ese mediador, incluso nunca deberán olvidar que llegaron a ser amigos, por esa persona.
Cuando la amistad da buenos frutos y se comprueba el
mutuo beneficio obtenido, cada cual goza de una
manera visible. Algo muy importante que no debe olvidarse es el agradecimiento
que ha de expresarse a quien hizo posible el fructífero encuentro. Es algo muy elemental, saber agradecer.
En el periodismo literario podemos señalar como caso paradigmático en el arte de la presentación y el agradecimiento, a Rubén Darío y José Martí.
En una ocasión, Martí le habló a Rubén Darío de un ilustre amigo suyo, director del periódico Sun, luego se dio el encuentro. Darío agradeció públicamente
señalando cómo Martí lo ayudó a conocer a tan ilustre personaje. En el obituario por la muerte de Charles
Dana, Darío escribió:
«No puedo acompañarlo mañana porque me voy a Tampa –me dijo Martí–;
pero yo le daré dos palabras de presentación que le harán pasar un rato
agradable con el viejo Dana» (1919, 81).
Quiero decir con esto, que Rubén Darío no fue un malagradecido pretendiendo ocultar el origen de esa nueva amistad ganada para su vida literaria y
periodística. En todo momento reconoció al
Maestro Martí, como facilitador de la misma.
Traigo esto a colación, porque es muy importante dentro del
mundo literario y periodístico actual americano, que se considere el valor del agradecimiento, cuando una persona es presentada a otra y de
ese encuentro surge una amistad que de seguro traerá cosas buenas a la cultura de dos países hermanos.
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