Una mañana abriré los ojos y seré Pedro Páramo, quizás no tendré la certeza de si estoy vivo o muerto. |
A mi hermano Antonio Isaac
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Al hombre le cuesta salir de la cama,
puede ser cualquiera, no tiene identidad. Donde vivo todos son el hombre que
intenta levantarse día por día. Yo soy el hombre. Siempre el círculo. Potajes
de frijoles negros, chícharos, arroz blanco; un trozo de cualquier vianda; ausencia
de “plato fuerte”; al menos tiene la imaginación para soñarlos, o
aquellos 80 que nunca volverán.
Lee por media hora encerrado en el
baño. Es su mejor momento del día. Después, interminables jornadas siendo
testigo de quejas, lamentos, maldiciones, babalaos y sus maleficios en las
esquinas. El odio alcanza el cielo.
En la calle, alguien buscando vender
cualquier cosa a precios elevados. La viejita pregona culantro de castilla; el
discapacitado cucuruchos de maní, el viejo soldado limpia zapatos bajo un
framboyán, el guerrero de Angola limpia calderos por veinte pesos, el
Testigo de Jehová, sus panes, el hijo de Juan el Misionero, sus ensartas de
mojarras, la vieja de Bungo 5, turrones de maní, el profe, las botellas El
Cauto, la vieja Esmerida, sus cigarritos; parece un circo donde cada uno
tiene varios personajes.
Desde la ventana, el mundo pasa muy
lento; uno quiere andar, pero es tanto el peso del cuerpo. Una amiga
pregunta, ¿si es algo propio del año?, otra dice, que es el calor, lo cierto es
que la gente lleva una carga aplastante e intenta salvarse con licores,
excursiones al Mogote, Vega Limones, o lo que pueda darse según sus menguados
bolsillos.
Yo también soy muchas veces ese hombre
que no consigue levantarse cada día, todos somos ese hombre, luchamos por ser
otros, pero al final nos aplasta el trillo, el zombi metido en el alma y uno
quiere elevarse, creer en París, Cuzco, Petén. ¿Dónde están los sanos de
corazón? ¿Dónde los que no odian? ¿Dónde los que no envidian? ¿Dónde los
agradecidos? ¿Dónde los que dicen la verdad? ¿Dónde la familia? ¿Dónde los
revolucionarios de espíritu?
El día me aplasta y así sucede durante
la semana. Una mañana abriré los ojos, quizás no tendré la certeza de si estoy
vivo o muerto. Un amigo me dice “Revolución somos todos” y le respondo:
“Revolución es un estado espiritual que un día conseguiremos si somos hombres”.
Calzo los zapatos y salgo a la calle.
Todos lo hacen y buscan una felicidad que no consiguen traer en sus bolsos
cuando termina el día. No queda otra que irse a la cama, cerrar los ojos. Hasta
los sueños pesan. Al levantarme, la carga ahí, mirándome en tono desafiante; pero
mientras tenga vida hay que seguir; la “resistencia es el único camino”. Así lo
creemos todos.
tremendoooooooooooo
ResponderEliminarImpactante. La resistencia y las ansias de que se abra el cielo. Algo tiene que suceder. Muy claro.
ResponderEliminarWaoooo! estremece. Un fuerte abrazo mío.
ResponderEliminarNora LR Calzadilla: Vengo del perfil de Reinaldo Cedeño Pineda, gran amigo que quiero, excelentísima persona, narrador, poeta, periodista, cronista que adoro... LA VERDAD a veces desgarra, quema, pero no por su dolor debemos edulcorarla, muchísimo menos ocultarla... No tendría que viajar al Oriente cubano para corroborar este relato de Arnoldo Fernandez... Calzadas habaneras muy concurridas que suelo frecuentar, la propia Terminal de Omnibus Interprovinciales son testigos y no tan mudos... Un médico, con dos especialidades que estudió gratuitamente como todos los profesionales cubanos gracias a la Revolución, en sus ratos libres es estibador de colchoneros privados, un ingeniero limpia pisos en una instalación hotelera, una economista prefiere la gastronomía y fregar platos en el paladar (cafetería o restaurante particular), una maestra pega uñas postizas hasta en los pies de la clientela, un profesor universitario, un periodista (por qué ocultarlo?) vende y se desprende de cualquier pertenencia, a veces, valiosos patrimonios familiares heredados, para comprar malangas y aguacates en el agro, alimentar a sus críos, arreglar averías de urgencias en casita, "si la cuenta le da", como dicen por ahí los mal hablados...
ResponderEliminarBreve e intenso. Contundente.
ResponderEliminarCada día te quiero pero, Hoy después de leerte Te quiero Mucho mas...........
ResponderEliminarmuy bueno muy real muy cubano me encantó
ResponderEliminarDuro, franco , estremecedor. E ilusionante a la vez. Te felicito.
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarAlina Perera Robbio: profundo y sentido texto. Me gusta.
ResponderEliminarElaine Valladares: En mi barrio parece que los pregoneros lanzan gritos de auxilio. No son pregones simpáticos, son gritos desenfrenados de lucha por la subsistencia.
ResponderEliminarConmovedor, estremecedor, aunténtico, real, nos descubres a todos, asi somos estamos y sentimos y es triste ver como pasa la vida
ResponderEliminarMuy buena crónica en forma de poesía de vida. Así es la Cuba para muchos, para la gran mayoría... Y tienes mucha razón, el mayor problema nuestro es cultural, es hacer de la Revolución un estado espiritual de conocimientos y humanismo. Y digo para todos, para los que le ha tocado dirigir sus procesos, para los que nos ha tocado cumplir con el sagrado deber de la patria que nos tocó vivir... Pero la vida debe ser digna para nosotros, no solo en el intento, sino en la filosofía de esperar alegremente la muerte...
ResponderEliminarUna carga demasiada pesada. Otros caminan livianos, a pesar de sus ombligos doblando la esquina. Gracias👍
ResponderEliminarDemasiado, quise decir.
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