Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Nos encontramos en un lugar donde historia, imaginación, familia y el afecto de un tío, se unieron a un sobrino, para dar lugar a una de las aventuras intelectuales, más importantes del mundo de habla hispana en la primera mitad del siglo XX.
El poeta César López, en visita oficial a la Feria Internacional del Libro, en su versión de Contramaestre, año 2006, mientras compartíamos un guarapo en el corredor de esta casa, sorprendido por el valor patrimonial de la misma y lo bien que se conservaba, nos dijo que de aquí salió el financiamiento de la mayoría de los números de la revista literaria Orígenes.
Víctor Fowler, reconocido ensayista de nuestras letras, animado por aquella confesión, nos propuso utilizar el simbolismo del lugar y hacer algo trascendente en nombre de la literatura y la historia. No muy lejos de aquí, dijo, sucedió la muerte y el primer entierro de José Martí. Lo tienen todo para construir un evento sobre dos de las raíces fundacionales de nuestra poesía: una, la del precursor del Modernismo, la otra, la de nuestro más elevado miembro del barroquismo.
Por esos azares de la vida, César López me obsequió un cuaderno de José Rodríguez Feo titulado: “Mi correspondencia con Lezama Lima”, publicado en 1989 y leyó, en palabra pausada y respiración trabajosa, algunas ideas del texto con el que inició aquel momento confesional, testimonial pudiera decirse, donde reveló la paternidad económica de la revista Orígenes, durante 10 años, de los 13 de duración de la misma, recogida en 23 libros, devenidos patrimonio de la nación cubana y, porque no, del orbe hispanohablante. Feo rememora la primera misiva que escribiera a Lezama, un domingo de 1945 desde el central América, entonces propiedad de la familia Fernández Casas, uno de cuyos miembros era mi madre. La titula Primera carta de un joven burgués:
“Al releerla hoy, descubro en ella como una prefiguración de aspiraciones futuras. Para un joven de 25 años de la alta burguesía, aquellos días pasados en el campo no podían ser sino sumamente agradables, al igual que la maravillosa vista del ingenio moliendo la caña cortada por obreros que trabajaban día y noche. Hasta el juego de pelota entre los muchachos del pueblecito de Contramaestre y la novena del central Vertientes tiene su final encantador al batear un negro más grande que un caballo el home rum de la victoria. El pasaje muestra fielmente la condición social del joven que un año antes, con el dinero que le proporcionaba el sudor de aquellos trabajadores, fundó, junto a Lezama Lima, la revista Orígenes.
Animados por aquellas revelaciones; en octubre de 2009, un movimiento de entusiastas soñadores nos unimos en torno a Eduard Encina y fraguamos lo que llamamos, y así ha durado hasta nuestros días, Jornada Literaria Orígenes, con un propósito bien concreto, según palabras de Encina, en entrevista que tuve la lucidez de hacerle el 7 de octubre de 2009 y hoy es referente ineludible de aquel parto seminal:
la posibilidad del encuentro y el diálogo en una zona del país que se ha querido signar como interior, periferia, área verde y otros apelativos que van en detrimento de nuestro orgullo como ser oriental, no solamente escenario de lucha armada, sino parte imprescindible de la producción de pensamiento y cultura, recuérdese solamente a Heredia, Boti, Poveda y Soler Puig
Sobre ese tío de Rodríguez Feo, llamado Federico Fernández Casas (Fico), muy poco se ha escrito, es completamente un desconocido para las personas nacidas posterior a 1959 en lo que se llamó Regional Palma primero y después, año 1976, municipio de Contramaestre.
Fico nació en Santiago de Cuba el 25 de diciembre de 1890, hijo de Federico Fernández Rosillo y América Casas. Tuvo siete hermanos: Ángeles, Carolina, Marina, África, Enriqueta, Dora y Bebí. Federico Fernández Casas formó una familia con Lolita Hechavarría Pezuela. Tuvieron tres hijos, dos hembras: Gladys, Cecilia y uno varón, Alberto.
Sobre el coloso azucarero, debe su nombre a la madre de Fico, así lo quiso el padre, al inaugurarlo en 1914, aunque algunas fuentes lo ubican en 1913. Otras, señalan que su construcción inició en 1903, concluyó en 1913 y comenzó a moler en 1914. Algunas ubican la construcción del central en 1910. Un hecho, evidentemente claro, en el que coinciden todas las fuentes: inició la molienda en 1914, año que su dueño consideró fundacional de la naciente industria azucarera.
Durante la crisis del 20, el padre de Fico perdió el control del central América y el mismo pasó a ser propiedad de la West Indies Sugar Company y esta tampoco pudo conservarlo como parte de su patrimonio, siendo controlado a partir de ese momento por el The National City Bank. En 1922, la Sugar States of Oriente, se hizo con el control de la mayoría de las acciones y se convirtió en su nuevo dueño, que logró mantenerlo a flote hasta 1925, año en que, tras un peleado juicio, el Tribunal Supremo de Justicia, falló a favor de la familia Fernández Casas, que a partir de ese momento no perdería más su titularidad hasta 1959. Federico Fernández Rosillo había viajado a Madrid, por cuestiones de familia, donde lo sorprende la muerte a finales de la década del 20.
El América fue el número 83 que se construyó en el país; molía 232 000 @ diarias de caña. Poseía el 11no lugar en el llamado Retorno de Inversión (RI) más alto de toda Cuba. Dio empleo a 2475 trabajadores en tiempo de zafra. Disponía de 112 caballerías de tierra. En 1958 tenía un capital de más de un millón de dólares. Gestionaron el mismo en asociación, Federico como presidente, sus hermanas Carolina, Marina Fernández Casas como vicepresidentes, junto al hijo de Fico, Alberto Fernández Hechavarría.
A Fico se le ha etiquetado como un próspero magnate azucarero, con grandes intereses en la política, miembro del Partido Revolucionario Auténtico y luego integrante de las filas del Partido del Pueblo Ortodoxo. Por el primero de ellos llegó al cargo de senador de la República representando a Contramaestre, poblado perteneciente al Término Municipal de Jiguaní hasta 1959. También ha sido fuertemente criticado por la historiografía del movimiento obrero por oponerse al Diferencial Azucarero. Son muy conocidas las dos visitas que realizó a esta casa el líder del Partido del Pueblo Ortodoxo, Eduardo Chibás, para razonar públicamente con Fico sobre las ventajas del Diferencial. Según consta en documentos, en la segunda visita, en el batey del América, se organizó un mitin de protesta por la posición de Fico, integrado por la Federación Agraria de Oriente, la Federación Estudiantil Universitaria y la Confederación Campesina de Cuba. Duró más de 2 horas y Fico nunca salió personalmente a darle respuesta. Según el refranero popular, el comportamiento político de Fico fue objeto de choteo, pues la gente solía decir, luego de enterarse de las dos visitas de Chibás: Si con Grau usted rompió a los dos meses, con Chibás romperá al mes.
Sin embargo, Federico Fernández Casas tenía una de las mejores bibliotecas de la antigua provincia de Oriente; hombre de una solida formación humanista, lector de la poesía del Siglo de Oro español, de José Martí, un enciclopedista convencido. En sus estantes tenía todos los tomos de El Tesoro de la Juventud y numerosos diccionarios. Era un apasionado de la Historia Universal y de Cuba. Benefactor de los Congresos de Historia y mecenas del Premio Nacional de Historia que se otorgaba cada año en la República de Cuba. Era un filántropo de la flora y la fauna. Responsable, junto a su madre América, de la edificación de la iglesia La sagrada familia de Contramaestre, incluso por muchos años pagó los honorarios de cada uno de los párrocos que pasaron por la misma. En la primera misa, al aire libre, el día que se puso la primera piedra, allí estuvo. El 5 de mayo de 1942 fue terminado el templo y la mayoría de los obreros del central América, finalmente tuvieron un sitio para su fe religiosa. Fico fue uno de los principales contribuyentes del Casino Hispano Cubano, donde se reunía la colonia de emigrantes españoles de estas tierras. Uno de sus chóferes fue Miguel Matamoros, el padre del Son cubano, que residió en la primera planta de lo que fuera esta casa durante tres años. Es muy conocida la anécdota de uno de los viajes a Santiago de Cuba que realizaron ambos y el permiso que Miguel le pidió para bajarse en un comercio a comprar un disco; al regreso, Fico quiso verlo, al descubrir a sus protagonistas, la sorpresa fue grande. Le dijo a Miguel que pagaría todos sus honorarios, y que se dedicara definitivamente a la música. En el cementerio de Maffo construyó una bóveda, para enterrar los restos mortales de los trabajadores del ingenio. A la presión de Fico, en las altas instancias del Gobierno de la República, durante la gestión de Gerardo Machaco, se debe el paso de la Carretera Central por Contramaestre, apenas a unos metros del central América. Gracias a su nieto John F Smithies Fernández, llegó a mis manos una foto de Fico montando su caballo Príncipe, frente a lo que fue esta casona señorial en tiempos de bonanza, acontecidos entre 1926-1958. Sobreviven aún, muchas de las palmas que sembró desde la Carretera central hasta el ingenio, donde según muchos de sus trabajadores, grabó en mayúsculas los apellidos de la familia Fernández Casas. Aun quedan huellas de lo que fue el comedor de Fico, algunas losetas originales del piso, pero todo lo demás ha sido modificado totalmente. Era muy famosa su vajilla, donde había porcela de Sévres, que hoy se desconoce su actual paradero. De manera que podemos afirmar que Fico era un hombre de una cultura refinada, donde predominaba el culto a lo bello, a la lectura, a la religiosidad católica. A ello se unía un desarrollado instinto y conocimientos para los negocios; sabía gestionar sus capitales junto a la familia, para generar riquezas. Era un auténtico hombre de negocios.
Por eso no me sorprende la confesión de José Rodríguez Feo al hablar de su tío en 1989 cuando escribe:
se me ocurre pensar que ese joven que ansiaba regresar a Santiago de Cuba para leer una revista literaria no presentía los obstáculos con que tropezaría de insistir en llevar la vida que se había trazado. ¿Sin embargo, su familia o más bien el jefe de la familia, ese tío que se pasaba todo el tiempo hablando de negocios-, no le había advertido que invertir dinero en revistas literarias era un despilfarro? ¿Qué leer a Santayana y a Dilthey significaba una pérdida de ese tiempo precioso que debía emplear en acrecentar su fortuna personal? ¿No se percataba de que su afición al arte y la literatura no rendía dividendos? Por otro lado, quizá el joven ya había comprendido que su suerte estaba echada y que era preferible, y hasta más sensato, enviarle una caja de tabacos de las mejores vegas de Bayamo a su amigo el poeta en La Habana y persistir en la búsqueda del misterioso caracol que aún no había encontrado.
No le advirtió nunca a Rodríguez Feo, porque Fico, por su formación y buen gusto, admiró todo lo que aquel joven fue capaz de realizar, al comandar una revista durante 10 años y convertirla, junto a José Lezama Lima, en una de las mejores de la lengua española. Federico Fernández Casas, merece ser reverenciado, porque de haberse vuelto inquisitorial en la administración de los bienes de la familia, quizás Orígenes no hubiera pasado de su primera edición. Aquí en América, nació Orígenes. Aquí Rodríguez Feo leyó el primer número de la revista ya impreso. Aquí soñó en grande un mundo literario que su tío acompañó sin preguntarle nunca en qué invertía su dinero. José Rodríguez Feo murió el miércoles 22 de diciembre de 1993 en La Habana, tras sufrir una larga enfermedad que minó su salud. Había cumplido 73 años. Ya había iniciado los preparativos para celebrar en 1994 los 50 años de Orígenes. El poeta Pablo Armando Fernández, tras conocer la noticia de su muerte, escribió: Ha muerto el último mecenas. Con el concluye uno de los mayores esfuerzos por universalizar la cultura cubana.
En 1959, luego de ser nacionalizado el central América, Federico Fernández Casas emigró a Madrid, España, donde vivió 15 años. Murió el 27 de julio de 1974. Ofelia, una de sus nietas, residente en los Estados Unidos, intercambió durante muchos años, por correo postal y luego por email, con el párroco de la iglesia La sagrada familia de Contramaestre, Rafael Couso. Según Ofelia, Fico nunca pudo superar la pérdida de aquel lugar donde construyó una familia, tuvo amigos, salvó el negocio de su padre y lo hizo prosperar hasta convertirlo en orgullo de toda su descendencia. Por esas grandes ironías de la historia, un puñado de jóvenes, décadas después, octubre de 2009, en lo que fuera la casa de aquella familia, fraguó la reencarnación del espíritu de Rodríguez Feo y Fico, para impulsar un nuevo Orígenes que ya superó los trece años que duró su padre tutelar.
Casa de Don Fico Fernández Casas, 18 de mayo de 2022
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