Por Arnoldo Fernández Verdecia.
Parecen naturalizarse en las redes sociales. Si alguna vez ocultaron sus nombres en cierta revista para atacar a intelectuales y artistas, hoy repiten el mismo guion, pero en Facebook, Twitter, YouTube...
Recuerdo como criticaron a Adalberto Álvarez, luego del 11 de julio; un artista que llevó a Cuba en su esencia más genuina y la defendió con una obra, considerada referente de nuestra Cultura popular.
Lo mismo hacen una y otra vez con Silvio Rodríguez, al extremo de considerarlo un virtuoso de la Trova, pero equivocado en algunos temas de política. Esta gente llegan a enfrentar dos Silvio: el artista y el ser humano.
Igual con Carlos Varela, denigrado al extremo con sendas etiquetas infamantes y considerado un desagradecido, cuando toda mi generación sabe que el Nomo siempre cantó así, con esa inconformidad ante lo malo que es necesario criticar desde el arte.
Ahora lo hacen con Pablo Milanés, ya lo han hecho otras veces. Siempre que ha ejercido su opinión y la ha expresado públicamente sobre determinados asuntos, los Leopoldo Ávila salen a combatirlo, vierten cubos de heces sobre un artista que merece respeto por su obra.
En los municipios de Cuba es mucho peor, algunos funcionarios, no todos, se han convertido en fiscales de lo políticamente correcto y en nombre de sus dogmas apelan a la descalificación y al efecto infamante, para restarle credibilidad a artistas y escritores que se atreven a compartir públicamente sus opiniones de la realidad.
Los funcionarios vestidos a lo Leopoldo Ávila, de seguir con su lenguaje de odio, falsas acusaciones, de fabricar enemigos donde no los hay, llevarán al proyecto revolucionario a un abismo del que nunca podrá regresar, sino se pone de moda la ética y el respeto al que piensa diferente y tiene la dignidad de expresarlo.
Cuando se pretende imponer el pensamiento único, estamos en presencia de formas de fascismo encubiertas, igual cuando se exaltan los nacionalismos estrechos, al reducir conceptos culturales a intereses políticos y esgrimirlos demagógicamente en el espacio público, sea el digital o el analógico.
¿Hacia dónde irá el proyecto sino tolera la diferencia, la crítica edificadora? ¿Qué pueden esperar artistas e intelectuales sino pueden expresarse públicamente en las redes sociales, en la vida cotidiana, en el trabajo, en el barrio, porque los Leopoldo Ávila están ahí para cuestionarlos, difamarlos? ¿Podrá haber sanación futura en el cuerpo vivo de la nación, sino se hace algo urgente por restañar el inmenso daño antropológico que ya sufrimos en términos culturales?
Artistas e intelectuales son líderes de opinión. Hay mucha gente menor queriéndolos ningunear, a costa de imponer en el imaginario de las redes sociales, en la vida cotidiana, que no merecen credibilidad porque le hacen el juego al enemigo, o sencillamente porque alguien les paga y es preciso desmoralizarlos para que nadie crea en ellos.
Urge dialogar, funcionarios, artistas, escritores, pueblo, sentarnos a la mesa y sabernos escuchar, sin ninguneos, sin difamaciones, con respeto al otro. Hagamos un país donde quepamos todos, donde Pablo Milanés cante y regresemos ese día a casa con ganas de hacer, crecer, apreciar lo bello, sin esos Leopoldo Ávila tan enconados e incómodos que nos oscurecen la alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
MUY IMPORTANTE: No se publicarán comentarios anónimos en este blog, es necesario consignar siempre la identidad de la persona. No se admiten ofensas, insultos, propagandas de ningún tipo. Cada persona tiene la libertad de expresar lo que piensa, pero con respeto al otro diferente. d