Por Arnoldo Fernández Verdecia
En un lugar de Lumumba, tierra adentro, en la casa de Amalia Mustelier, un muchacho de siete años convirtió la paila en su instrumento favorito. Allí empezó la historia de José Gutiérrez González, Pipito el de la paila, conocido así en aquel reino donde ganó amigos, colegas, admiradores... Había nacido un 14 de julio de 1962, hijo de Alfonso y Guarina.
Al cumplir los 11 se fue a la Ritmo Oriental de Nito Ortega, donde adquirió mayores habilidades en la paila y creció musicalmente hablando.
Pero Pipito soñó en grande, por eso aprendió infinitamente de forma autodidacta y decidió probar fortuna con el conjunto Castellanos, pero tocando acordeón, guitarra prima.
El servicio militar lo sorprendió, pero no perdió tiempo, ingresó al Conjunto Artístico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; allí se estrenó en el piano y el trombón.
Al licenciarse se fue a Jiguaní como trombonista del conjunto Katabatá. Invirtió algunos meses en la citada agrupación, pero regresó a Contramaestre, su tierra, donde trabajó como instructor de música en la escuela primaria Manuel Galán. Luego se incorporó al Movimiento de Artistas Aficionados e ingresó a la que sería la agrupación de su vida: Los Astros.
Razones profesionales lo llevaron a Holguín, donde formó parte de la emblemática orquesta Hermanos Avilés por varios años; pero regresó nuevamente a Contramaestre, a Los Astros y se convirtió en su director, ya como auténticos profesionales de carrera evaluados.
Varias veces probó fortuna en otras agrupaciones, incluso fuera de fronteras: La Alianza, Son 14, Cubano Express y la Sinfónica de Curazao; pero el llamado de su tierra natal, las raíces, lo convocó y en 2011 unió su vida profesional por completo a la agrupación que vio crecer, ganar premios, convertirse en orgullo de Contramaestre. Con ella grabó varios discos, se presentó en carnavales de toda Cuba y fue reconocido por sus contemporáneos como uno de los grandes músicos de nuestra historia.
Cada pueblo tiene los músicos que se merece; algunos como Cheo trascienden su tiempo y se quedan en la memoria de todas las generaciones. Una y otra vez habrá que volver a él, para darle sentido al presente e imaginar la ruta del porvenir.
Cheo, nombre artístico con el que fue conocido por sus colegas, ya como profesional, es aquel niño llamado Pipito que junto a Los muchísimos, en casa de su abuela Amalia, sobre unos taburetes, tocó la paila y viajó al cielo un 23 de abril de 2017, para convertirse en la mayor estrella de Los Astros.
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