Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Llego hoy a una edad biológica
mayor en Cuba, no la oculto; no es necesario.
Con los 47, madurez plena del cuerpo y la mente; goce de pequeñas cosas;
mejor sentido de orientación ante hechos de la vida; tomar nuevas decisiones; caminos diferentes,
tener la certeza de que si no hay horizonte, siempre tendremos la posibilidad
de cambiar las cosas y ser útiles a la manera martiana.
Confieso que he vivido, diría el poeta Pablo Neruda, yo pudiera
decir lo mismo; pero aún no alcanzo mis sueños;
me faltan muchos libros por leer; visitar lugares más allá de mi
imaginación; cenar frutas exóticas; catar vinos, más allá del Don
Santiago de pasas, el único que conozco.
¿Qué me resta por vivir? Una vida
que no sea prestada, con amigos de verdad; no falsos; esos los conozco por sus
obras, agravios, acciones torcidas. Leer los mejores libros; hacer las cosas
que me gustan; dedicarle mayor tiempo a mi familia, a mis mascotas, al cultivo
del Amor. Sacar las obras de mi cabeza y escribirlas con pasión.
¿Qué no haré? Odiar a mis
enemigos, descalificarlos, ellos
escogieron ser así, es su derecho, no puedo estar de acuerdo con sus
estrategias; pero bendita la oposición,
ayuda al mejoramiento, a la virtud, porque obliga a buscar reservas morales y limita
el paso de la bestia sedienta de sangre, venganza, poder, gloria.
¿Qué no me gustaría? Engañar a
los que amo. Negarles ayuda cuando la necesiten. Cobrar por prestar servicios
de profunda raíz martiana. Vivir en la miseria, sin un plato de comida diario. No tener medicinas en caso de necesidad. No
tener un buen médico si alguna urgencia lo requiere. No tener una casa segura
ante huracanes y terremotos.
¿Qué deseo a los seres humanos en
2019? Tolerar, ponerse en el lugar de los otros; crecer espiritualmente; seguir
el camino ético de Dios; no blasfemar, ni manipular a los débiles lanzándolos
contra sus semejantes. Defender la verdad a cualquier precio, aunque la
prudencia aconseje dar un paso atrás cuando la soberbia gobierne el
entendimiento. Saber identificar a los falsos poetines de barrio, ocultos en la
palabrería venenosa, ansiosos de trofeos, reconocimientos; desesperados por sentarse a la mesa de los
reyes, luego de criticarlos y adularlos.
¿Qué merece usted Amor? Mi
compañía eterna en lo adverso; la felicidad. Siempre unidos en afectos
sinceros ante los retos del destino. Vivir en comunión sentimental y carnal
hasta la misma muerte.
Nada más, aquí la esencia; no
necesito almibarar palabrillas domesticadas, ni inventarme un personaje que no
soy, ni seré nunca.