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Se necesitan muchas lámparas de Aladino para imaginarse en la Fontana de Trevi, tirar una moneda y pedir un deseo. |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Vivo en Cuba, aquí están mis raíces; nunca he viajado, imagino la cultura de los países diferentes al mío, como una prolongación de los libros que devoro en el cuarto, cuando todos duermen en casa.
Los audiovisuales, también tienen su parte, por ejemplo, Callejeros por el mundo, me ha servido de mucho, podría decirse que, gracias a sus imágenes, he viajado sin salir nunca del municipio donde vivo, aquí en Oriente, Cuba.
Reconforta saber de un Lezama –escritor cubano-, muy habanero, pero conocedor de lo universal, al extremo de citar calles famosas, barrios populosos, en fin, mundos paralelos, recorridos desde la insularidad, sin apenas mover los pies de su casa en Trocadero.
Lo triste es saber que te vas a morir sin ir a ningún lado, pues a pesar de los cambios, se necesitan muchas lámparas de Aladino para imaginarse en Venecia, o llegar a la Fontana de Trevi, tirar una moneda y pedir un deseo.
Sólo quedan la noche y los libros para realizar mis sueños.