¿Por qué una película como Conducta tiene que acudir a una metáfora gerontológica para explicar los desaciertos de la educación cubana en los últimos años? |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
He visto la película cubana Conducta y no he podido evitar las reflexiones que siguen. Presentar la continuidad generacional entre maestra, en edad de jubilación, y joven que hereda sus mejores enseñanzas, para seguir la obra de perceptor en un aula de primaria en Cuba hoy, es una buena ecuación que debe aprenderse por todos los involucrados en la obra de infinito amor que se llama: instruir y educar.
Sin embargo, me parece que sería lógico también pensar que maestros jóvenes, de una probada calidad pedagógica y moral, lo dieron todo en el ejercicio noble de su magisterio (graduados de principios de los 90, siglo XX), incluso, mucho mejor que otros de experiencia acumulada e informaciones vitales que muchas veces funcionaron y todavía funcionan como barreras para el libre desenvolvimiento de las capacidades de un bisoño.
¿Qué sucedió con esos adalides de la pedagogía? ¿Por qué tuvieron que irse a otras profesiones u oficios? ¿Por qué una película como Conducta tiene que acudir a una metáfora gerontológica para explicar los desaciertos de la educación cubana en los últimos años?
En lo personal no me sorprendió la historia de la maestra de Chala, pues yo hacía eso mismo con 24 años. Mi condición de profesor guía y los sentidos altruistas dados a mi profesión, me llevaron a crear una Sociedad Cultural, en tiempos donde importaba más una muda de ropa, un perfume, un jabón, que comprar libros y educar a los jóvenes.
Mi casa se llenaba, varias veces a la semana, con adolescentes entre 12 y 14 años; los inicié en el culto a José Martí. Recuerdo que cuando nadie hablaba en este país de Escuelas Martianas, a golpe de amor, fuimos la primera de Santiago de Cuba en obtener tal condición. Eso ocurrió en 1998. Mi obra pedagógica fue reconocida en la nación, pues recibí el Premio Especial del Ministro de Educación. Fui el segundo pedagogo de la ciudad donde vivo en recibir tal reconocimiento.
Luego dirigí durante mucho tiempo un departamento docente; de mis 29 trabajadores, 25 tenían más de 30 años de experiencia, sin embargo, en honor a la verdad aprendieron de la sabia que nutría mi vida, y no lo digo con vanidades de falso Quijote, sino porque en verdad creía que un aula era una extensión de mi casa. Por eso compartí muchas veces el plato de comida con Yuri, un muchacho que llevaba con dolor en la mirada la ausencia de sus padres que, en edad temprana, se suicidaron. Muchas veces robó para comer y comprar zapatos, pero siempre iba a confesarse conmigo, me ponía en situaciones límites; mi instinto pedagógico me decía que trabajara con él, así lo hice. Hoy Yuri tiene dos hijos y es profesor. Me llama padre y siento orgullo cuando lo hace.
Así me sucedió con Damiani, un músico en potencia, que en la Sociedad Cultural encontró un modo de realizarse, ser útil y además querido, su rendimiento académico no era bueno al principio, pero al entrar en aquella academia platónica donde usábamos el juramento de los tres mosqueteros: UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO, cambió al extremo de convertirse en uno de los mejores alumnos de su año. No pudo cumplir el sueño de la música, porque un cáncer maldito segó su vida sin haber llegado siquiera los 20 años.
Pedrito quería ser químico, por eso se aventuraba en extraños experimentos, tras los enormes bifocales que protegían sus ojos enfermos. Los Escriba y Lea que hacíamos dos veces a la semana, en mi casa, fueron para él, una oportunidad para adquirir una formación humanista que lo separó del guerrero que habitaba su comportamiento. Su defecto era usado por algunos para burlarse de él, Pedrito resolvía aquello a golpe limpio; la Sociedad cultural le enseñó que el conocimiento liberaba a la persona de las cadenas de la violencia. Pedrito creció lejos de la madre y el padre, por eso me confesaba sus tristezas y me abrazaba como a un padre bueno. Él fue uno de los responsables de que comenzaran a llamarme Apóstol, y eso me llenaba de orgullo, porque me emparentaba con José Martí. Pedrito es hoy un profesional respetado de la pedagogía en la vocacional de Santiago de Cuba. El Día de los Padres, mi cumpleaños o el año nuevo, son fechas que no olvida para visitarme junto a su chico, al que intenta dar lecciones como aquellas que yo usaba con él.
Galardi fue una de las rarezas de la Sociedad cultural creada, tenía alma de líder, pues con 12 años leía El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y confesaba que su escritor favorito era Balzac, del que leyó la inmensa colección que tengo en casa. No puedo olvidar que fue nominado a las elecciones de su escuela y tuvo que hacer una autobiografía, en la misma dijo que su tiempo libre lo empleaba en leer libros de Balzac. Los profesores viejos me decían que volvería locos a aquellos chicos, pues estaba metiendo en su cabeza obras que no se correspondían con su edad. Galardi perdió a la madre tempranamente. No me quedó otra salida que donarle todos los libros que quiso leer, ese fue su refugio, y creo que gracias a esa cultura humanista que construyó, escogió sabiamente el futuro que se correspondía con su inteligencia. Hoy es un hombre de bien y ejerce una carrera relacionada con el turismo en Holguín.
Por razones de espacio, no puedo contar aquí la historia de los chicos y chicas que pasaron por mi Sociedad Cultural y hoy son personas de bien, aunque algunos ya no están como Damiani. La película Conducta, de Ernesto Daranas Serrano, ha traído de regreso a los Chalas de mi vida: YURI, PEDRITO, DAMIANIS Y GALARDI…
Es prudente preguntarse entonces: ¿Los cambios de fondo que reclaman los tiempos serán llevados adelante por los viejos, o pertenece a los jóvenes hacerlo? Al menos Conducta sugiere abiertamente la continuidad generacional, al señalar a la maestra joven como heredera de la pedagogía de la información vital de los educandos. La vieja puede retirarse, pero su obra quedará en esa bisoña que aprendió, como yo, que la casa de un pedagogo es una extensión del aula.
No tengo respuestas a varias de las preguntas formuladas aquí, pero los lectores de Caracol de agua podrán narrar sus experiencias, y de conjunto presentar las historias de vida de muchos, que, como yo, tuvimos que dejar la profesión, porque nuestro barco hacía agua y no quedó más remedio que probar suerte en otras profesiones donde pudiéramos sentirnos realizados.
Apreciado Arnoldo, mi respeto para usted por su obra pedagógica, y para todos los pedagogos de nuestros país que se entregan a su trabajo, no como un simple medio de subsistir, sino como una razón más de ser y contribuir a nuestra sociedad. En lo personal no creo que Ernesto Daranas haya querido simplificar con la historia de la maestra Carmela, todas las vicisitudes por las cuales han pasado cientos de ejemplares maestros, que como usted, se dedicó en cuerpo y alma, y tuvieron que navegar en contra de tantas incongruencias del sistema de educación cubano en los últimos años. Su inquietud de por qué la película Conducta acude a una metáfora gerontológica, no la considero como el eje principal de lo que quiere reflejar el filme. En mi opinión, las vidas adversas de los tantos Chalas que existen en nuestro país, y la guía inagotable de cualquier pedagogo, sin importar la edad, es lo que hace de Conducta una película para reflexionar. Muchas tramas se abordan, y cabría también preguntarse: por qué en nuestro país, nosotros los que no vivimos en la capital del país, somos considerados "palestinos" y marginados a insertarnos libremente en nuestra propia capital? Por qué tenemos dirigentes con ideas obsoletas, y que se han entronado en el poder? O es que no se confía en la inteligencia y las ideas nobles de las nuevas generaciones que se están formando, y han emergido de nuestras aulas? Mi reconocimiento a Ernesto Daramas, por sus ideas en Conducta, y mis aplausos para todos los maestros que defienden sus ideas, y luchan día a día por ayudar a los tantos Chalas que hay en nuestra Cuba.
ResponderEliminarEddy Gil:5082 una muda de ropa, un perfume, un jabón, son tambien señales de una sociedad que sabe leer, escribir y vivir que al fin de cuentas es para que estamos respirando...el saber leer y escribir y vivir en cuevas con taparabos no es una sociedad prospera al contrario....piensalo!!
ResponderEliminarEddy Gil: Alieski que ideas defienden los maestros? sino las ideas obsoletas de los vejetes. El mundo marcha pa'lante y Cuba se a quedado a la deriva sin rumbo sin esperanzas. Si no preguntaselo a los opositores, los que se marchan, etc
ResponderEliminarAlieski Sarmiento:8436 963 Eddy, me refiero a las ideas personales de ellos, referente a cualquier situación, sin importar las guías o paradigmas obsoletos impuestos desde hace años por los dirigentes. Claro que el mundo marcha hacia adelante, y Cuba está anclada en el mismo lugar. Gracias, pero no necesito preguntarle al respecto a nadie, yo soy un ejemplo de los miles que se han marchado de Cuba.
ResponderEliminarEddy Gil: yo tambien soy. pero estudie y me crie en una epoca de libre albedrio solo escuchando a mis padres y ni mis amigos pudieron cambiarme .EMO
ResponderEliminarNerbis Mejía Medina: Hola amigo Arnoldo estoy de regreso, y muy contenta al leer todo lo que publicaste porque trajiste a mi corazón historias parecidas a las que cuentas, recuerda que yo como tu fui y seré siempre educadora y que nuestras vidas quedaran marcadas por historias hermosas difíciles de olvidar , un día yo te contaré y te mostraré fotos que reflejan la veracidad de un verdadero educado.
ResponderEliminarErica Castellanos: Ví la película en Colombia, y creo también tiene la fortaleza de acudir a metáforas para explicar parte de la compleja realidad Latinoaméricana, no solo Cubana. Chalas hay muchos en Colombia, que no cuentan siempre con la calidad Humana de profes como Carmela, porque la educación se volvió hace un negocio y la poca educación publica que aun existe es de muy mala calidad.
ResponderEliminarDiannis Sotomayor: también fui profe y disfrute mucho tus experiencias. tuve tambien muchos chalas que recorde con tristeza y con alegria despues de ver la pelicula, con alegria porque supe darle cariño a los que se dejaba....tristeza porque siempre hubo quien tenia muy arraigado los problemas, la calle como dice el guionista y siempre hay alguien que se pierde
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