Fidel Castro en los días finales de la guerra. (Foto tomada el archivo de Ana) |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
Cruce
de Anacahuita es un barrio ubicado en la periferia de la ciudad de
Contramaestre, está a unos cuatro kilómetros y puede llegarse hasta el mismo
por la Carretera Central de Cuba. En el lugar,
a finales del siglo XIX, se establecieron varias familias procedentes de
Jiguaní, término municipal al que pertenecían en ese tiempo y durante la
República (1902-1958). Muchas familias de allí tuvieron el honor de conocer en
persona al joven Fidel Castro, pero una en especial ofreció todo lo que tenía.
¿Cuál fue?
Una
de las ramas de la familia Fernández se cruzó con los Rosales y ello dio lugar
al matrimonio de Hildo Rosales Pau y Ana Fernández Peña. En su amplia casona de
mampostería recibieron a Fidel Castro cinco noches, durante la toma de Baire y el BANFAI en el
mes de diciembre de 1958.
Ana Fernández Peña. |
Antes
de morir mi tía Ana, la esposa de Hildo, tuve la posibilidad de entrevistarla.
Según tía: “Celia Sánchez siempre estaba pendiente de las cosas de Fidel, lo
que comía, donde dormía, sus cartas, todo”.
Con
el peso de sus años la recuerdo mostrándome la cama donde durmiera Celia. Tía
me dijo que aquella mujer al ver algo tan confortable para descansar dijo:
“Hace un año que no veo una cama”. Tía Ana le propuso que durmiera junto a
Fidel, era la mejor de la casa, a lo que ella respondió: “Siempre juntos pero
no revueltos”.
En
los ojos cansados de mi tía Ana se revivía la historia. De uno de los cofres
que conservaba en un viejo armario extrajo un papel y me mostró su contenido,
allí estaba la letra de Celia, con una frase estremecedora: “La Revolución no
se olvidará de nadie”.
Luego
me llevó hasta la cama matrimonial, la que ofreció a Fidel sin interés alguno.
Me dijo que ellos durmieron en una más pequeña, apretados, pero conscientes que
estaban haciendo algo justo con aquel hombre alto y de barba copiosa que
hablaba largo y siempre traía un tabaco prendido, al que daba bocanadas y
esparcía las volutas al aire. “Recuerdo, -dice Tía-, que tenía su cocinero personal, un señor llamado
Roblán. En la cocina de casa, cada noche de las cinco que estuvo aquí, comía y
conversaba con todo el que viniera a verle. Uno de sus platos favoritos era la
tortilla de huevo y el pitipois. Una noche su cocinero demostró ante todos su
dominio de la cocina, al estar frita una de las caras de la tortilla, la tiraba
al aire y caía sobre el lado que faltaba por freírse. Todo el mundo aplaudía”.
De
aquel cuarto ya envejecido por el paso del tiempo, tía Ana me condujo hasta el muro
del amplio corredor, al que Fidel Castro subió para hablarles a las personas
que acudieron a visitarlo la penúltima noche: “Recuerdo que eran como las siete
de la noche y pasó un avión del Ejército, Fidel mandó a apagar las luces, horas
después como a las once, once y pico, arrancó de nuevo a conversar, luego
partió hacia Baire”, precisó tía.
Ya
en el corredor Tía Ana dice que “a Fidel lo acompañaba un capitán guerrillero
que operaba en la zona nombrado Ernesto Rosales, Pedro Miret, asaltante del
Cuartel Moncada y expedicionario del yate Granma, el Comandante Quevedo, en fin,
muchos otros que mi memoria no recuerda. Nolito, -así me decía ella- eran tantos los rebeles y la gente de
Anacahuita congregada junto a Fidel, que aquello daba miedo. Era impresionante.
En un momento de la conversación a Fidel se le resbaló el rifle y se le abolló,
luego lo recogió, lo miró y dijo: “Bueno, no hay problemas, ya la bala
enderezará la abolladura”. “Aquella noche
escuchamos a Fidel hablar de la Revolución de las palmas reales, de la
justicia, dijo que él no era comunista, que la Revolución no olvidaría a
nadie”.
Hildo Rosales Pau. |
Cortador
de caña recuerda la visita
El ya fallecido Radamés Fernández era obrero de la zafra, cortaba caña como un simple machetero en Anacahuita, fue uno de los que conoció a Fidel personalmente.
El ya fallecido Radamés Fernández era obrero de la zafra, cortaba caña como un simple machetero en Anacahuita, fue uno de los que conoció a Fidel personalmente.
“Recuerdo
que Fidel llegó como a las siete de la noche. La mayoría de la gente de
Anacahuita iba hacia donde estaba él.
“Yo creo que esa noche había como 25 hombres con él. Venían tropas de Bayamo hacia Contramaestre para romper el cerco que le tenían los rebeldes al Banco de Fomento Agrícola e Industrial (BANFAI) en Maffo.
“En el Cruce de Anacahuita, Fidel preparó las condiciones para las emboscadas que se le iban a poner al Ejército de Batista”.
“Yo creo que esa noche había como 25 hombres con él. Venían tropas de Bayamo hacia Contramaestre para romper el cerco que le tenían los rebeldes al Banco de Fomento Agrícola e Industrial (BANFAI) en Maffo.
“En el Cruce de Anacahuita, Fidel preparó las condiciones para las emboscadas que se le iban a poner al Ejército de Batista”.
Obrero de aserrío recuerda la visita
Ángel Martínez, también fallecido, era obrero del Aserrío que pertenecía a Hildo, él conoció a Fidel Castro, cuando estaba sitiando Maffo en diciembre de 1958. Su testimonio, a pesar de lo breve, no deja de ser valioso.
“Recuerdo
cuando se entrevistaba con el capitán rebelde que operaba en esta zona llamado
Ernesto Rosales (Netico). Hablaba de la guerra, daba órdenes a los distintos
jefes allí reunidos. Venía del Cacao, cerca de Guisa”.
Monumento nacional
Tía Ana cerró los ojos, había lágrimas asomadas, ya Hildo, -su pareja de tantos años-, no está. “Nolito, no sé el tiempo de vida que me queda, pero esta casa debiera ser declarada monumento nacional; no logro explicarme por qué no la han reconocido”. La abracé emocionado.
Aquella
anciana venerable ya hoy no está entre nosotros, pero siempre que recuerdo sus
palabras finales se me hace un nudo en la garganta.
Excelente la narración de los acontecimientos que se vivieron en Anacahuita en esos agitados días donde la Revolución daba sus pasos firmes hacia la libertad.
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