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sábado, 23 de marzo de 2024

VIÑETAS DE TIERRA ADENTRO (NO SÓLO RECOGE LATAS)


Por Arnoldo Fernández Verdecia. 

Siempre lo veía pasar durante el mediodía o cerca de la noche , creía que recogía latas de cerveza para venderlas en materia prima y tener un dinerito. Hoy decidí seguirlo por curiosidad, entonces ocurrió  lo que nunca imaginé posible: sentado en medio de un basurero, comía los desechos que recogía. Me saltó el corazón en el pecho, corrí a casa, preparé un jugo de mango, lo envasé en una botella plástica, tomé un pan, regué un poco de aceite, unos granos de sal y volví. Él seguía allí, descansando, con los ojos y la mente ida. Le hice una señal y entendió, puse en sus manos mi modesta ayuda.   Comió con infinita avidez. Me dio las gracias. Lo ayudé a ponerse de pie. Aquellos ojos sorprendidos escudriñaron todo mi ser, luego echó a caminar, despacio, muy despacio, apoyándose en el bastón. Seguí su cuerpo hasta que se perdió en las calles del pueblo. Si lo ves cerca de tu casa,  no dudes en ayudarlo,  nadie sabe lo que nos espera mañana. 

viernes, 16 de junio de 2023

SOCIALISMO: ¿La pesadilla de la mayoría?

Por Arnoldo Fernández. 

La pesadilla de la mayoría

(MI ENTREVISTA A PERSONAJES DE EL HOMBRE QUE AMABA LOS PERROS)

El hombre que amaba es una novela del cubano Leonardo Padura. Se publicó en Cuba en 2010. A mi pueblo llegaron 4 ejemplares, tenían sus destinatarios bien claros, uno de ellos fui yo, que luego de leerlo, pasé el libro a mucha gente. No quise quedarme en una lectura trivial, así que preparé un cuestionario y los personajes respondieron con una lucidez impresionante. 

Arnoldo: ¿Sin aprender y ejercitar el miedo, como lo hizo Stalin en su momento histórico, es posible empujar a un país hacia el socialismo como alternativa?

Kotov (agente soviético): “Stalin lo pervirtió todo y obligó a la gente a luchar y a morir por él, por sus necesidades, su odio, su megalomanía. ¿Qué socialismo, qué igualdad?” (Padura, L: 502)

Iván: “… la fábula futurista e imaginativa de Orwell en 1984 terminó convirtiéndose en una novela descarnadamente realista. Y nosotros sin saber nada… ¿O es que no queríamos saber nada?”. (Padura L: 463)

Trotski: “La Unión Soviética legaría al futuro su fracaso y el miedo de muchas generaciones a la búsqueda de un sueño de igualdad que, en la vida real, se había convertido en la pesadilla de la mayoría”. (Padura, L: 184).

Arnoldo: ¿En algún momento la deformación estalinista del sueño socialista, será corregida y encausada por los hombres de cara al futuro?

Trotski: “¿Se podría abrigar la esperanza de que algún día la humanidad llegara a saber cuántos cientos de miles de personas habían sido ejecutadas por los secuaces de Stalin? ¿A cuántos comunistas verdaderos quitaron del medio? Él estaba convencido de que unas y otras eran cifras de vértigo, a las que se debían sumar millones de campesinos muertos de hambre en Ucrania y otras regiones por la catástrofe de la colectivización, y los millones que habían perecido en los desplazamientos de pueblos enteros ordenados por el antiguo comisario de las nacionalidades… Con toda seguridad se trata, (…), de la mayor masacre de la historia en tiempos de paz, y lo peor es que nunca sabremos las verdaderas y terribles proporciones que alcanzó el genocidio, pues para muchos de esos condenados no hubo sumario, juicio, acta de condena. La mayoría había muerto en calabozos, en trenes asfixiantes, congelados en los campos siberianos o fusilados al borde de los ríos y precipicios para que sus cadáveres fuesen arrastrados por las aguas o cubiertos por aludes de tierra y nieve…” (Padura, L: 341).

Arnoldo: ¿Es posible retomar un socialismo que no esté regido por una minoría burocrática que por la fuerza, la coacción, y la supresión proteja sus intereses contra el descontento mayoritario de un país?

Kotov (agente soviético): “…empezar el negocio sin engañar a nadie, sin joder a otro porque piense distinto a ti, sin que se busquen pretextos para callarte la boca y sin decirte, además, que cuando te cogen el culo lo hacen por tu bien y por el bien de la humanidad, y que ni siquiera tienes derecho a protestar o a decir que te duele, pues no se le deben dar argumentos al enemigo y todas esas justificaciones. Sin chantajes… (Padura, L: 517)

Arnoldo: ¿Stalin no pervertiría hasta sus entrañas el sueño socialista y la utopía del socialismo?

Trotski: “El terror había generado el efecto de estimular la envidia y la venganza, creando una atmósfera de histeria colectiva y, peor aún, de indiferencia ante el destino de los demás”. (Padura, L: 330)

Vieja amiga de Trotski: “Es terrible comprobar que un sistema nacido para rescatar la dignidad humana haya recurrido a la recompensa, la glorificación, el estímulo de la delación, y que se apoye en todo lo humanamente vil (…) Siento que hemos llegado al fin de la justicia en la Tierra, al límite de la indignidad humana. Que han perecido demasiadas personas en nombre de la que, nos prometieron, sería una sociedad mejor”. (Padura, L: 331)

Iván: “…una trama sórdida, destinada a deglutirlo (todo) hasta la última célula”. (Padura, L: 533)

Arnoldo: ¿Qué recuerdo conserva la humanidad del experimento más generoso soñado por el hombre?

Iván: “Las promesas que nos habían alimentado en nuestra juventud y nos llenaron de fe, romanticismo participativo y espíritu de sacrificio, se hicieron agua y sal mientras no asediaban la pobreza, el cansancio, la confusión, las decepciones, los fracasos, las fugas y los desgarramientos. No exagero si digo que hemos atravesado casi todas las etapas posibles de la pobreza.” (Padura, L: 460)

Ramón Mercader: “La monotonía de una arquitectura apresurada, empeñada en demostrar que a una persona le bastaban unos pocos metros cuadrados de techo para vivir socialistamente...” (Padura, L: 513-514)

Iván: “El sueño estrictamente teórico y tan atractivo de la igualdad posible se había trocado en la mayor pesadilla de la historia, cuando se aplicó a la realidad, entendida con razón (más en este caso), como el único criterio de la verdad”. (Padura, L: 389)

Quizás podrían hacerse otras preguntas a los personajes, no tengo nada en contra de los que lo crean así. Las que yo les hice, consiguieron unas respuestas que valen la pena tenerse en cuenta, para comprender la necesidad de reinventar un ideal, que en la mayoría de los casos, no logró el sueño teórico de un mundo mejor.

sábado, 22 de octubre de 2022

UN LIBRO INDISPENSABLE EN LA BIBLIOTECA DE CUALQUIER MARTIANO


Por Luis Enrique Valdés Duarte 

Hace unos meses llegó a mis manos este excelente libro, indispensable ya en la biblioteca de cualquiera que se diga martiano. 

Su autor, el investigador cubano Arnoldo Fernández, ha seguido, con un amor manifiesto y palpable, el trasiego de José Martí en el cacho de tierra cubana en que nació.

No solo por este libro, sino también por los materiales audiovisuales que ha realizado para que conozcamos a un Martí más humano si cabe, he llegado a admirar muchísimo a Arnoldo.

A este cubano, señores, a este cubano que se ha expresado dignamente, críticamente, honestamente, le acaban de embadurnar su casa de mierda. ¡Literal! 

Imagino que tratan de humillarlo. Eso no podrán hacerlo. Imagino que tratan de señalarlo como en un momento lamentable de la humanidad se hizo con los judíos o los descartables de la sociedad: señalaban sus casas, los marcaban...

Ustedes pierden el tiempo. Hace mucho tiempo Arnoldo está marcado: eligió la estrella al yugo. Es un mambí, pero no está solo. Es un martiano.

Él tiene ya una obra eterna, impresa, indispensable. Ustedes son unos sicarios que solo saben repartir lo que han esparcido en sus predios. Ustedes son lo que riegan por las noches.

Arnoldo es cincuenta mil veces más hombre que todos ustedes juntos. ¡Un día muy cercano lo van a pagar!

Tomado de su muro en Facebook 

domingo, 8 de agosto de 2021

El hombre y la leche


Por Arnoldo Fernández Verdecia

El  hombre vive en una burbuja ideológica, no sale de allí  a no ser que alguien lo convoque a contrarrestar lo que no fluye según el designio de los dioses. Casi todos simulan vivir en una burbuja ideológica como el hombre de esta historia; se hacen los que no creen, los que no ven y se enfocan en reproducir la agotada historia de una vaca muy mansa que dio leche a todos sin distinciones por muchas décadas; pero la vaca flaqueó y la leche se evaporó de los mercados, entonces el hombre de esta historia escribe con letras doradas, en una de sus acostumbradas  poses ideológicas, que hay leche de calidad para todos; la manada, que también vive en una burbuja, dice a coro que es verdad y aplaude, aplaude, aplaude... En el reino de este hombre y su manada hay de todo; sus vecinos de pueblos cercanos lo felicitan por tan buen trabajo; los dioses también; entonces pasa un grupo de mujeres con sus niños en hombros y le preguntan al hombre: ¿dónde queda el  país del que usted habla en Facebook?

sábado, 10 de julio de 2021

VIÑETAS DE TIERRA ADENTRO (Me joden las vendas)


Por Arnoldo Fernández V

Soy el hombre que odia los apagones, el calor, los mosquitos, el hambre. Todos somos el mismo hombre, aunque otros hombres tengan vendas en las orejas, la boca y los ojos. 

Soy el hombre que se levanta oscuro, toma café e imagina el color de la felicidad. Creo que a todos los hombres les sucede igual que a mí, excepto a los de las vendas. 

Soy el hombre que tenía la certeza de que nunca más volvería a vivir otro período especial, yo creo que a todos los hombres les pasó igual, excepto a los de las vendas. 

Los de las vendas son felices tapando verdades que asoman por los tantos salideros del tanque. 

La decencia y las vendas van por el mismo camino, pero se excluyen, no pueden tolerarse, sobre todo si los hombres vendados hacen y deshacen con sus varitas mágicas que todo lo pueden y lo consiguen.

viernes, 10 de enero de 2020

Mi padre Quijote se ha ido


Arnoldo Fernández Ramos, nació el 4 de septiembre de 1945.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

El hombre al que una vez llamé padre y amé por siempre está muriendo; su nombre: Arnoldo Fernández Ramos. A él están dedicadas las páginas de este blog que hoy acabas de leer.

Creyó que vivir era darlo todo a una princesa africana, veinte años menor que él.

Sólo un milagro de Dios puede traerlo de vuelta, ojalá suceda y  encuentre el camino de la familia, los amigos.

Mientras el pueblo duerme y un inmenso aguacero desborda la ciudad; lo arropa una tela roja y negra, perfumada con hierbas aromáticas del monte y una pulsa de ojos de buey.

A las 9:30 de la noche del miércoles 8 de enero de 2020, dijo sus últimas palabras, después cayó en un coma del que nunca regresó.

Tantas aventuras de caballería, todas victoriosas; pero la Dulcinea de ébano de sus últimos suspiros lo llevó al abismo.

Es la una de la madrugada del jueves 9. Mi mascota Cuquita duerme; no imagina lo que está sucediendo.

Padre lucha por ganar el último torneo de sus fantasías caballerescas.

La princesa africana burla la guardia familiar y llega a su cuerpo en Terapia Intensiva, busca en su mano derecha la sortija de oro, -vieja reliquia traída de España en los primeros 10 años del siglo XX-, que siempre quiso como muestra de poder, pero no la encuentra.

El viernes 10, a las 8:40 de la noche, padre cae de Rocinante. Lluvias de flores invaden su trono final. Luego lo llevan en hombros por la Avenida Jesús Rabí, por el Parque de sus alegrías y tristezas; el pueblo de Contramaestre en un arranque emotivo canta sus dos canciones memorables: Lágrimas negras de Miguel Matamoros y Mi linda Guajira de Lorenzo Hierrezuelo.

El aplauso es cerrado. Despiden al hombre que hizo del baile, una de las mayores pasiones de su vida. Mi hermana llora sobre el Quijote que mi padre nunca dejó de interpretar. Todos lloramos. La princesa africana está allí, pero nadie la ha visto.

lunes, 8 de octubre de 2018

Utopía




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com
 

El hombre crece en la “Utopía” de un mundo más justo; se alimenta de sus mitos fundadores; cree posible ser algo más que un cruzado tras sus ideales, por encima de las reglas que el funcionariado presente en toda época impone. Sabe de los que viven a la sombra de los buroes, los que califican y dividen según lo que estiman "políticamente correcto". Cree ingenuamente que hay mañana y se esfuerza por caminar a ella. Lo siguen pueblos enteros; se alimentan de su ingenuidad, porque hace falta una alta dosis para tomar el cielo por asalto y hacer un mundo donde quepan todos. No teme a los perros, atentos siempre a la señal del cambio, prestos a morder cuando alguien ordena. Sube a los picos más altos de la montaña; baja y vuelve a subirlos, porque eso hermana hombres y siembra ideales. Nunca ha temido el mundo desde las alturas, porque producen vértigo o ayudan a entender a los seres humanos. Lo importante no es detenerse en la guardarraya a ver pasar los totíes, ellos comerán arroz siempre, aunque quemen su pico.  Hay que seguir, empeñarse en la luz; no todos pueden verla cuando el mundo se desploma. “Quiero ser como el Quijote”, dicen los jóvenes; pero no entre las reglas que alguien maneja. Se aspira a la “Utopía” para hacer mundos nuevos; ser algo más que unos sobrevivientes; edificar más allá de la imaginación; sentir que no hay límites, porque si los hay, entonces "ser luchador"  es un acto de demagogia,  una figura retórica que no sirve de nada. Virgilio Piñera escribió: “el mundo es una lucha entre quijotes y antiquijotes”, donde casi siempre los últimos llevan las de ganar, porque imponen la voluntad del zombi. Los primeros terminan convertidos en héroes románticos; son los llamados “idealistas”, pues sirven de inspiración a los pueblos en el idílico intento de mejorarse espiritualmente.

lunes, 16 de julio de 2018

Revolución es un estado espiritual

Una mañana abriré los ojos y seré Pedro Páramo, quizás no tendré la certeza de si estoy vivo o muerto.
A mi hermano Antonio Isaac 

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com

Al hombre le cuesta salir de la cama, puede ser cualquiera, no tiene identidad. Donde vivo todos son el hombre que intenta levantarse día por día. Yo soy el hombre. Siempre el círculo. Potajes de frijoles negros, chícharos, arroz blanco; un trozo de cualquier vianda; ausencia de “plato fuerte”;  al menos tiene la imaginación para soñarlos, o aquellos 80 que nunca volverán.

Lee por media hora encerrado en el baño. Es su mejor momento del día. Después, interminables jornadas siendo testigo de quejas, lamentos, maldiciones, babalaos y sus maleficios en las esquinas. El odio alcanza el cielo.

En la calle, alguien buscando vender cualquier cosa a precios elevados. La viejita pregona culantro de castilla; el discapacitado cucuruchos de maní, el viejo soldado limpia zapatos bajo un framboyán, el guerrero de Angola limpia calderos por veinte pesos,  el Testigo de Jehová, sus panes, el hijo de Juan el Misionero, sus ensartas de mojarras, la vieja de Bungo 5, turrones de maní, el profe, las botellas El Cauto,  la vieja Esmerida, sus cigarritos; parece un circo donde cada uno tiene varios personajes.

Desde la ventana, el mundo pasa muy lento; uno quiere andar, pero es tanto el peso del cuerpo.  Una amiga pregunta, ¿si es algo propio del año?, otra dice, que es el calor, lo cierto es que la gente lleva una carga aplastante e intenta salvarse con licores, excursiones al Mogote, Vega Limones, o lo que pueda darse según sus menguados bolsillos.

Yo también soy muchas veces ese hombre que no consigue levantarse cada día, todos somos ese hombre, luchamos por ser otros, pero al final nos aplasta el trillo, el zombi metido en el alma y uno quiere elevarse, creer en París, Cuzco, Petén. ¿Dónde están los sanos de corazón? ¿Dónde los que no odian? ¿Dónde los que no envidian? ¿Dónde los agradecidos? ¿Dónde los que dicen la verdad? ¿Dónde la familia? ¿Dónde los revolucionarios de espíritu?

El día me aplasta y así sucede durante la semana. Una mañana abriré los ojos, quizás no tendré la certeza de si estoy vivo o muerto. Un amigo me dice “Revolución somos todos” y le respondo: “Revolución es un estado espiritual que un día conseguiremos si somos hombres”.  

Calzo los zapatos y salgo a la calle. Todos lo hacen y buscan una felicidad que no consiguen traer en sus bolsos cuando termina el día. No queda otra que irse a la cama, cerrar los ojos. Hasta los sueños pesan. Al levantarme, la carga ahí, mirándome en tono desafiante; pero mientras tenga vida hay que seguir; la “resistencia es el único camino”. Así lo creemos todos.

domingo, 22 de abril de 2018

Mejor Díaz Canel que jugar a la Asamblea de Guáimaro




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com

Verlo con su cabello largo, metido en jean, pulóver ajustado, siempre en la vanguardia del pueblo de Villa Clara, me hizo seguirlo en su carrera política;  era muy cercano a los jóvenes que éramos entonces. Saberlo amante de las artes, amigo de artistas e intelectuales, impulsor de lugares como el Mejunje donde los homosexuales se reunían, me hizo admirarlo más. No es cualquier dirigente en Cuba el que sabe interactuar ante lo diverso, lo escucha razonablemente y toma decisiones para ayudarlo a cambios progresistas de fondo.

Recuerdo que en la universidad hablamos acaloradamente sobre, “El socialismo y el hombre en Cuba” de Che Guevara, y el modelo de dirigente socialista que debíamos tener. Por nuestras valoraciones pasaron aquellos que hasta para orinar iban en auto y sus familiares no podían imaginar la vida sin ese medio de transporte, y un ocio programado en lugares suntuosos, que el hombre noble y altruista que construía el socialismo no podía aspirar. El dirigente que más se acercaba a nuestras representaciones del dirigente comunista, era Miguel Díaz Canel. Es la verdad, siempre lo creímos así, además de tener algo que muchos debían aprender para guiar a los seres humanos, saberlos escuchar, confrontar y tomar las mejores decisiones. Canel es de esos, siempre lo fue; de ahí nuestra admiración en aquellos tiempos.

Era de los dirigentes que iba en una forever (bicicleta china) al trabajo día por día y no era politiquería como afirman algunos. No llevaba seguridad alguna, pues como hombre de pueblo, nadie tenía interés en hacerle daño a una persona que trabajaba por el bien común.

Otra cosa admirable era que, todos los días, se levantaba oscuro y se iba a trotar para mantenerse en forma. Nunca se percibió así mismo como un hombre de guayabera y levita, sino un ser nacido de las entrañas del pueblo, hijo de padres humildes;  de ahí su vocación de servicio al prójimo.

Muchas son las anécdotas que circulan en la oralidad popular sobre esta joven figura, nacida en 1960;  algunas mal intencionadas, otras evidencian desconocimiento de su trayectoria vital. En el caso de los primeros,  buscan minar la credibilidad de la elección, argumentando todo tipo de versiones; la segunda intenta poner a su lado a otras figuras que han hecho carrera política en la Revolución en diferentes zonas vitales;  a estos últimos les recuerdo, que algunas de esas personas que mencionan  fueron formados por Díaz Canel cuando era secretario del Partido Comunista en Villa Clara, elogiada en aquellos años del Período Especial por ser la provincia más estable en el desarrollo de la isla y cantera de cuadros  para el país. De ahí salieron muchos que harían vida política después hasta llegar a cargos claves. No digo nombres, para no ser mal interpretado, pero honor a quien honor merece.

¿Qué me hubiera gustado a mí? Bueno, como hombre de pueblo que otros estuvieran nominados junto a Díaz Canel y que su probada hoja de servicios, fuera el aval suficiente para ganar los 604 votos de la Asamblea Nacional. Estoy convencido que hubiera obtenido la mayoría de los votos por amplio margen, porque creo que nadie en Cuba tiene tantos méritos como él para conducir los destinos de la isla. Es un dirigente que cuenta con la aceptación de los intelectuales, los hombres de ciencia, los artistas, los jóvenes universitarios, en fin, con la mayoría del pueblo cubano. No fue alguien nombrado a dedo como dicen algunos, sino alguien que trabajó por décadas para, llegado el momento, merecer esa elección.

El método de elección ha traído discusiones, valoraciones encontradas incluso;  pero no cabe errar y jugar a la Asamblea de Guáimaro aquí, el mundo anda fabricando guerras sucias, desarmando procesos populares, el tío Sam ha regresado con el “divide y vencerás”;  Cuba no está en una urna de cristal, de espalda a todo eso;  así que debe obrarse fino para mantener la paz y crear las condiciones  que conduzcan a un país mejor;  pero sin improvisaciones.

Qué Raúl Castro permanezca al frente del Partido por un tiempo determinado es algo estratégico; cualquier hegemonía que se respete lo haría si el mundo anda orbitando en una locura demasiado demencial; desde esa posición, tendrá que quitarle varios años a su familia y seguir atento, a todo lo que vaya sucediendo; alertar, orientar y enjuiciar cuando sea necesario. Lo mismo tendrá que hacer Díaz Canel en sus dos períodos sucesivos de gobierno (por diez años);  en sus manos estarán concentrados todos los poderes políticos y de gobierno; tendrá que construir el proceso de cambio, sin dar espacio a improvisaciones e ingenuidades. El nuevo presidente que salga electo, luego de Díaz Canel, tendrá a este último como máximo secretario del Partido por tres años y a él tendrá que subordinarse, hasta tener las condiciones óptimas que le den la concentración estratégica de poderes para asegurar la unidad de los poderes de la nación cubana.

Las hegemonías se construyen, tienen momentos de consensos, crisis, reorientación. Cuba vive un momento de cambio generacional, es algo biológico, histórico;  desconocerlo es un error;  preparar el cambio es vital;  no puede ser, reitero, una Asamblea de Guáimaro, sabiendo que primero hay que ganar la guerra y luego hacer la República;  Céspedes tuvo muy claro eso, aunque camagüeyanos ingenuos y habaneros idealistas estuvieron contra él;  en la hora actual, no cabe el “contra sí” que sabiamente analizó Joel James en un magnífico libro.

En la coyuntura de la isla: ¿quién podría llevar los destinos de la nación, gozando del consenso de todos y creando los puentes culturales de la próxima década? Con toda honestidad, pienso que Díaz Canel y ahí está su hoja de servicios. Los que no piensen como yo; están en su derecho;  mi criterio es sano, no es viral, ni busca efectismos instantáneos que llamen la atención sobre mi valoración del clima generacional que vive Cuba. Creo que se ha hecho lo correcto.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Amor y Dinero



Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Metido en un Caracol, paso a paso, he comprendido la hora del día en que mejor se escucha el Amor. No todos pueden hacerlo, la mayoría sordos, atrapados en los deseos insatisfechos, nadan en las ansias de adorar un objeto; hasta llaman Maná al que por obra y gracia de la magia, los hace imaginar el Amor en una marca o algo muy valioso materialmente hablando; en fin, el metal falso que hace perder el sueño al  hombrecillo huérfano de ideas y afectos sinceros.   Pero el dinero hace falta, nadie puede ignorarlo, porque nos eleva y salva ante lo indigno. No es lo mismo el consumismo enfermizo de cosas, al consumo natural, indispensable para la vida. Comer un bistec de res, un pollo asado, un pescado al horno, un queso holandés, ¿nos hace acaso personas dominadas por el mercado pequeño burgués? En el consumo natural, no caben las ideologías diferenciadoras; los clichés soplados por ideologillos de  barro. Comer, vestir, recrearse, soñar, saberse Uno, sentirse Uno, aceptarse como Uno, es lo que nos da una personalidad y entonces viene lo de las clases sociales, los partidos políticos, los regímenes, las democracias de todo tipo… El hombre natural primero; luego todo lo demás; así lo leí en Martí, al escribir sobre Emerson. Creí que el amor a distancia era algo  dieciochesco, demasiado romántico, pero cuando se experimenta en la más profunda sensibilidad, entonces puede entenderse al poeta José María Heredia, al ideólogo de la nación cubana José Martí, al novelista Alejo Carpentier; trabajaron por dinero, pero amaron intensamente. Lo hacían para liberarse de las miserias que anulan el entendimiento y ponen ceguera en las decisiones más cuerdas. El dinero es el amo del hombre, error graso si lo valoras así. El hombre necesita el dinero;  enfocado de esta manera, salva, eleva, fortifica, dignifica, es un tonificante de la vida. Con él a nuestro lado podemos comprar libros buenos, viajar, ir hasta el Amor, donde quiera que esté;  ninguna ideología, por muy estricta que sea, puede detenerlo. Hay países que demonizan el dinero, no obstante, uno ve en la farándula  a los hijos de los ideologuillos, huyendo a ese mundo de supuestas frivolidades y falsas amistades, a darse la vida donde el humilde no tiene entrada, porque no tiene dinero, es un don nadie. El dinero compra todo, aceptado así, nos pierde moralmente. El dinero hace el milagro de la vida;  desde ese costado, aprendemos a valorarlo en una puesta de sol, un amanecer, el zumbido de un Zunzún,  el trino de una Tojosa; nos da el tiempo y la tranquilidad para apreciarlos. Viajar es el anhelo más grande de todo ser humano. Se aprende más viajando, que leyendo libros. Pero cuando uno vive en un círculo de humo y la vida se escapa entre los dedos como agua derramada, uno empieza por aceptar esa domesticidad  de lo mismo, lo de siempre, lo cotidiano; de tan natural, nos hace imbéciles, absurdos, esperamos todo de una instancia suprema y no hacemos nada por elevarnos, mirar a otros cielos, saber cómo es el chile de los mexicanos, la cerveza holandesa, un plato de mariscos en París, una pizza en Italia. Leer a los grandes viajeros hace daño si domina tus días la convicción de que nunca podrás hacerlo. Los jóvenes leen muy poco, quizás por eso son tan buenos viajeros, no temen lo desconocido; hasta la misma vida la dejan por alcanzar lo que sus pensamientos desean. ¿Acaso está mal que lo hagan?  No lo creo. Todo joven quiere probarse, saberse digno de la especie; puede errar, pero al menos hizo todo por lograrlo; lo triste es la cadena de lo mismo, siempre atenta  a las palabras, los goces y mandarte a un saco adonde van a parar las papas podridas, las que pueden generar la catástrofe ideológica. Lo podrido fuera de control. El temor de la papa contaminada es el arma de los ideologuillos. Se dice que la Cultura es la razón del Hombre; pero cuando se piensa como ideologuillo, la Cultura es peligrosa, porque tonifica el alma y hace desear al Hombre lo imposible en el reino de las papas sanas. Metido en un Caracol, mi flor cultivada en un asteroide llamada Carolina, lejos de los extraños, me ha enseñado la hora del día en que mejor se escucha el Amor. Me ha dado lo que el Maná niega a los buscadores de piedras falsas: el verdadero AMOR, no el de las papas, tampoco el distribuido por los ideologuillos. La tierra donde la he cultivado está abonada por la Cultura, allí no hay gusanillos, ni reinos de papas mansas. Crece, crece. Es UNA, como yo aprendí a SER UNO  en medio de los días falsos.

viernes, 30 de mayo de 2014

No hay papel para electros

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu 

El hombre debe hacerse cada seis meses exámenes de rigor;  su corazón pesa; cada vez recibe menos oxígeno. Así andan sus días. Ya en el policlínico lo conocen todos.  El electrocardiograma es una rutina, pudiera pensarse, pero él tiene esperanzas de vivir muchos años.  No le importa lo que dicen sus compadres y comadres. Por eso el día que  le toca, se levanta oscuro, atiende los animales,  asegura todo en la finca y se viene al pueblo. En una libreta conserva el historial de electros, incluso el primero, donde el especialista hizo unas rayitas y alumbró la enfermedad: “Hay que seguirla, para prevenir males mayores”. Desde ese día, el dolor en el pecho no se le quita, cada vez su respiración es más cansada y lleva una dieta, casi imposible –por lo caro que están los vegetales y las frutas-. El sonido del electro es familiar a sus oídos, no puede vivir sin escucharlo. Sin embargo, nunca imaginó que ese viernes faltara el papel. Al escuchar las palabras de la técnica, la perplejidad lo invadió: tenía que regresar a la finca sin su prueba: ¿Cómo era posible en un país potencia en salud que sucediera un hecho así? Se informó con algunos amigos y supo de la situación crítica del municipio durante meses con los electros, incluso en terapia intensiva no había hacía varios días; entonces abanicó el sombrero y dijo: “¡Caramba. Tenía tantas cosas útiles hoy y he perdido el día!”

lunes, 20 de enero de 2014

Odisea de Perrito antes de morir


Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

Para Diana, mi esposa.
 
Perrito juega a morir
sus ojos cansados no le permiten ver el peligro
una y otra vez cruza la carretera
no siente el claxon de los autos
ha perdido el norte de sus amos
no tiene esperanza.
Una y otra vez cruza.
Cruza sin imaginar que bajo una rueda
la muerte espera
para acunarlo en el silencio.
Una y otra vez cruza.
El hombre quiere salvarlo
emite un silbido
pero perrito no tiene oídos
no puede descifrar la palabra amiga.
Sólo le queda el olfato
por eso husmea husmea
pero no encuentra ningún olor familiar
que devuelva el hogar.
Perrito tuvo familia
hasta un amo que lo adoraba
pero un día  se fueron
no supo adónde.
Desde aquel momento
todo parecía tan lejano
tan perdido
que casi se muere.
Su casa fue invadida por extraños.
Decidió irse
trotar como el Quijote de las lecturas
que tanto disfrutaba en la biblioteca de su amo
por un instante imaginó reinos donde no faltaban buenos huesos
y una mano cariñosa para alisarle el pelo
pero al volver a la realidad
no tenía destino
había caído en el laberinto de la muerte
por eso cruzaba una y otra vez la carretera
sin escuchar el claxon de los carros
que se compadecían de él
y lo dejaban vivir en aquel ir y venir
que en cualquier momento acababa.
El hombre casi es arrollado
cuando de su boca sale un  nuevo silbido
y trata de guiarlo a la esperanza
pero perrito no tiene oídos
sólo el olor que sus viejos amos
dejaron antes de irse a vivir a un país
lejano rodeado por un inmenso mar.
Perrito puso sus patas delanteras
sobre aquellas aguas y un tal Virgilio Piñera
también perro como él dijo:
“Un pueblo permanece  junto a su bestia en la hora de partir…”
Perrito  agradece el enigma al  extraño colega
lo comprende mejor al hundirse en su propia muerte
pues sabe al fin el peso de la isla
en el amor que se llevaron sus amos.


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