martes, 18 de septiembre de 2018

La Palmita: un bar que nunca olvidaré



 

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com 

Ningún pueblo puede imaginarse sin un bar famoso, donde las personas van a tomar un trago, un cóctel o sencillamente a escuchar la música de su gusto en un ambiente discreto e íntimo. Contramaestre tuvo uno muy querido por nativos y visitantes. ¿Cuál fue?

El bar La Palmita, ubicado en la primera planta del Edificio Rodríguez, éste último construido en 1955, seguía el patrón de las modernas construcciones estadounidenses, tenía carácter polivalente: servicentro, restaurante, bar y en los dos restantes plantas, habitaciones para alquiler. La Palmita era parte de ese complejo.

La Palmita estaba exactamente ubicado en lo que es hoy “Servisoda”, tenía un mostrador bellamente enchapado en madera, una red de lunetas, un traganíquel y un piso de granito. Allí se expendían bebidas cubanas a precios de 90 centavos hasta 1 peso. Lo mismo ron Santiago, Aguardiente, Caney, Habana Club y muchos más.

Los cócteles también tenían carta de presentación, lo mismo un Cubanito, Mojito, Sangría, España en llamas y el Cuba libre. Con un poco de dinero en el bolsillo, uno iba a La Palmita y apreciaba música buena y salía satisfecho, porque cualquier bebida  sabía a cubanía.

Con la llegada del Período Especial, La Palmita se convirtió en una casa del té y allí, en la complicidad de las lunetas, el traganíquel, uno podía tomar Caña santa,  mejorana, yerba buena, menta americana,  anís, jengibre, entre muchos otros. Fue la alternativa que buscaron los trabajadores para seguir existiendo en medio de los tiempos.

Llegar a Contramaestre e irse sin tomar un buen té, era algo así, como nunca haber estado en la ciudad. Por eso La Palmita es un sitio que muchos evocan porque allí se enamoraron, o sencillamente iban de vez en cuando a tomarse un  buen trago, escuchar música o conversar con un buen amigo o una mujer hermosa.

Las alternativas creadas para obtener divisas en el Período Especial, hicieron de aquel mágico lugar un Servisoda. Los que como yo, crecimos admirando aquel majestuoso bar, cada vez que pasamos por ahí, no podemos evitar recordarlo. Siempre será, junto a la Barrita, el mejor de los bares de Contramaestre.

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