jueves, 1 de octubre de 2009

¿José Martí fue un esposo en el sentido tradicional del término?

Por Arnoldo Fernández Verdecia arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

En la memoria histórica del pueblo cubano, en el siglo XIX, predominaron esquemas androgénicos que ubicaron a la mujer en roles de madre, esposa, niña, amante, reducida a las categorías de aporte y presencia en las luchas emancipadoras por la independencia del colonialismo español, sobre todo por ser madre o esposa de grandes hombres, se recrearon imágenes que van desde la matrona fiel, la matrona ángel, la matrona sacrificada por los hijos, etc. Tal vez por eso es posible que Cuba pertenezca al femenino genéricamente hablando: es la suma de todas esas matronas y otras muchas que se le han incorporado en el devenir de su historia.

Según Jesús Guanche en el libro España en la sabia de Cuba, esto representa la piedra angular del machismo, pues la familia del XIX es de tipo monogámico patriarcal: “en el sentido feudal de ésta y a partir de la unión de un hombre y una mujer, que constituyen la célula o núcleo básico de este tipo de familia, su función consiste en sostener económicamente el hogar que han forjado, así como la crianza y educación (endoculturación) de los hijos”.

La familia que sirve de base a José Martí para su nacimiento y desarrollo como hombre es de este tipo, su madre nunca trabajó fuera de casa, se limitó a amamantar a las hijas y al hijo, bordar, tejer, y darles la educación que su economía le permitía. No conozco hermana alguna de Martí que rompiese los límites que ese siglo condicionara a la mujer, eso se puede apreciar con claridad en Entorno Martiano de Luis García Pascual, en las páginas 158-164, dedicadas a la familia Martí-Pérez.

La condición de esposo de Martí y el tipo de familia que concibe al unirse con Carmen Zayas, no rompe el anterior esquema, la mentalidad de ésta no lo concibe en otro rol que no sea el de hombre que asegura lo necesario para la estabilidad de la economía doméstica, la crianza y educación del hijo y los rituales de socialización de la familia: bailes, fiestas, visitas al teatro, la iglesia, excursiones al campo, etc.

El hombre fuera de esos roles no cabe en el tipo de familia que aspira Carmen, esto explica la pronta separación de su esposo, pues la vida de Martí es la de un luchador político obligado a exiliarse, no acumula fortuna, no garantiza un futuro estable y la coloca ante el dilema de luchar sola en la crianza del hijo, en una sociedad que ve a la mujer con ojos masculinos . Cuestionar a Carmen por dejar a Martí, es una infamia imperdonable si lo hacemos desde el prisma de la época; como mujer, está capacitada para vivir los roles de esposa, madre y ama de casa.

Las razones aludidas obligan a situar a Martí en su tiempo, la sociedad que vive no es otra que la del siglo XIX con el sesgo machista que le caracteriza. Ese modelo de educación de mujeres aparece desarrollado en su revista La Edad de Oro, por ello escribe textos para ser leídos con ojo de mujeres y textos para ser leídos desde la mirada masculina, pero tiene otros textos más generales con mensajes para ser leídos desde una perspectiva de mujeres.

Entre los primeros se encuentran: “A los niños que lean La Edad de Oro”, “Nené traviesa”, “La perla de la mora”, “El camarón encantado”, “La muñeca negra”, “La última página” del segundo número y “Los zapaticos de rosa”.

Otros textos de un perfil general con mensajes para las mujeres son: “Meñique”, “La Ilíada de Homero”, “Un juego nuevo y otros viejos”, “Bebé y el señor Don Pomposo”, “Las ruinas indias”, “La Exposición de París”, “El Padre Las Casas”, “La última página” del tercer número, “Historia de la Cuchara y el Tenedor” y “Los dos ruiseñores”.

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