Por Irela Casañas (Especial para Caracol de agua)
1.Música y libros
Llego a
Contramaestre y un vendedor pregona caramelos, “que dan brillo al pelo y a los
bigotes”. Termino de bajar del ómnibus y me voy hacia el Café Cantante, allí me
encuentro con mi viejo amigo Eduard Encina, quien a su vez me presenta a
Arnoldo Fernández y a Onel. Enseguida empezamos a hablar de libros, de blogs y
de lo bueno que está el café. “Dos en uno”, así se pide allí para que lo sirvan
fuerte. La gente habla alto, la música está alta, por la Carretera Central
pasan rastras que atruenan, pero hay personas que hablan de libros. Esto pinta
bien.
Aparece
la guagua Girón y todos los invitados, músicos, escritores y productores,
subimos tratando de evitar el lado del sol. Vamos hasta el central América
Libre. Solo unos breves minutos lo separan del pueblo. Llegamos a una vieja
casa de madera, donde vivía el antiguo dueño del central. En un saloncito de
techo alto nos sentamos a hablar de literatura, a leer poesía y a presentar un
libro de narrativa: En este lado de la
muerte, del escritor santiaguero Argenis Osorio. Escuchamos expectantes.
Argenis lee una historia terrible: un viejo le corta un dedo del pie a su nieto
desobediente. El nieto logra vengarse asesinando al viejo. Cuando terminamos
abordamos la guagua, pero nos demoramos porque Encina se queda tumbando mangos
pintones. En la noche habrá concierto.
A
un costado del café actúan los músicos. Abre el concierto Felipón, el trovador
santiaguero. Después se presentan Frank Martínez y Ramón David. Cada uno con su
propia poética, con su ritmo y su universo de palabras. Felipón solo con su
guitarra, pausado, a veces canta metáforas, a veces es más directo. Frank crea
una atmósfera casi visual, intuyo que sería bueno detenerse en sus letras, la
música acompaña con eficacia la intención de cada tema. Ramón David es pura
energía, su voz es dúctil y fuerte, su música puede ser melancólica o jocosa, y
hace suyo el escenario, conectando muy bien con el público. Sale la gente del
pueblo y disfruta de la música. Llegan los deambulantes y compiten por el
protagonismo, se sientan o se acuestan justo frente al corredor que hace de
escenario. Con un civismo ejemplar los productores que trabajan en el evento
los hacen pasar a donde está todo el público. Pasan los ómnibus y sé que los
pasajeros desearían quedarse y descargar. Después, unos muchachos muy rápidos
recogen sillas, cables, audio y luces. Luego se proyectarán materiales
audiovisuales en la azotea del hotel, cosa que caracterizará cada noche. Los
noctámbulos tendrán suficiente alimento.
2.VIP
Temprano
en la mañana nos vamos hasta Dos Ríos. Se cumplen 120 años de la muerte de José
Martí. Nuestra vieja guagua Girón debe quedar al inicio de la carretera que
conduce al lugar donde cayó Martí. Estamos obligados a llegar a pie y lo
hacemos. El aire que se respira es puro. Llevamos flores y poemas. Como la
oficialidad adora los aniversarios cerrados hay mucha algarabía en Dos Ríos. Hay
un escenario que está siendo desmontado y un vendedor de paletas con una cola
inmensa frente a sí. Niños y jóvenes uniformados se agrupan para subir a sus
ómnibus. Unos carros flamantes y modernos arrancan a toda velocidad. “Ya van
saliendo, ya van saliendo”, dice un hombre a través de un teléfono móvil. Supongo
que en ellos irán VIP. A pesar de que el acto oficial ha concluido debemos
esperar con paciencia nuestro turno para llegar al monumento. Finalmente, se
nos permite avanzar.
Colocamos una ofrenda para Martí. Nos hacemos fotos. Es
difícil llegar a un lugar tan distante y que la mayoría solo habíamos podido
ver en las ilustraciones de los libros escolares. Bajo los árboles, muy cerca
del río Contramaestre, compartimos lecturas y escuchamos a Arnoldo, él nos
habla de la faceta más humana del maestro. Tratamos de que nuestras voces
suenen vigorosas para que se escuchen a pesar del ruido. Sin un acuerdo previo,
muchos poetas leen textos relacionados con un día como ese: 19 de mayo. Encina
lee sobre Remanganaguas. Hugo convoca a que fluyamos a pesar de la furia.
Reinaldo nos adentra en campos de belleza armada. Un poeta de Santa Clara
expresa que la guerra no empieza pero que tampoco termina... No somos ni
aspiramos a ser VIP, pero hacemos una Very Important Poetry. Un amigo me envía
un mensaje “Si estás en Dos Ríos tráeme un puñado de tierra de allá, de la más
cercana al monumento”. Pero ya he llegado a Contramaestre y no tuve tan buena
idea.
En la tarde volvemos al Café. Otra vez los trovadores acompañan. Compartimos criterios sobre nuestro trabajo. Hacedores de libros. Es grato comprobar que un trabajo tan mal pagado despierte pasión. Encina conduce las presentaciones. Yunier Riquenes nos habla de su nueva librería de viejo; también presenta su libro de cuentos La espalda marcada. Desde Bayamo viene el proyecto Ventana Sur. Desde Guantánamo El Mar y la Montaña. Ambos se empeñan en preservar el día a día de la cultura. Es lo que hay que hacer. Si la prensa nacional vive de efemérides, nos toca cuidar cada obra del espíritu, independientemente de su alcance geográfico.
En la tarde volvemos al Café. Otra vez los trovadores acompañan. Compartimos criterios sobre nuestro trabajo. Hacedores de libros. Es grato comprobar que un trabajo tan mal pagado despierte pasión. Encina conduce las presentaciones. Yunier Riquenes nos habla de su nueva librería de viejo; también presenta su libro de cuentos La espalda marcada. Desde Bayamo viene el proyecto Ventana Sur. Desde Guantánamo El Mar y la Montaña. Ambos se empeñan en preservar el día a día de la cultura. Es lo que hay que hacer. Si la prensa nacional vive de efemérides, nos toca cuidar cada obra del espíritu, independientemente de su alcance geográfico.
Vamos
a la calle, otra vez a un lado del Café, es noche del concierto “En brazos de
la patria agradecida”. Esta vez se roban el show los músicos de Barra Abierta.
Su propuesta es como su nombre. En su repertorio hay reggae, pop-rock, trova y
rap. Se divierten mientras comparten el escenario. Guantánamo es tierra de
músicos. Se presenta Ruslán, un joven trovador inequívocamente santiaguero. Él
solo con su guitarra no hace menos que Barra Abierta. Me recuerda a los músicos
de la bossa-nova. En su vertiente más suelta dedica una canción “al niñaje que
sube y baja Enramadas, a las mulatonas...”.
3.Contra el mal tiempo
Último
día de nuestro encuentro. Nos vamos a Remanganaguas. Allí estaremos en la
escuela primaria y les dejaremos libros a los niños. Conoceremos a Felicia, la
nieta de uno de los encargados de hacer el ataúd para hacer la sepultura de
Martí más digna. Leeremos poesía en una de las orillas del camino y
sorprendentemente los niños atenderán en silencio. Mientras, los baches de la
carretera nos hacen saltar. El paisaje nos da un campo de maíz, una sabana
reseca, los framboyanes florecidos. Remanganaguas es un caserío. A finales del
siglo XIX tenía más instituciones y servicios que en la actualidad. A la
entrada está su pequeño cementerio.
Ahí tuvo el maestro su primera sepultura, y
por lo tanto ahí también un pequeño
obelisco se erige sobre el sitio, desde la década del cuarenta del siglo pasado.
Llevamos flores, hacemos silencio, los sitios de la muerte sobrecogen. Dicen
que ahí quedaron los órganos internos de Martí, y que cuando hay mal tiempo los
habitantes de ese lugar ponen el oído en la tierra y le piden protección a su
corazón. El día es cálido y no amenaza lluvia, pero, convocados por Encina, a
la sombra de unos algarrobos cargados de curujeyes hacemos el rito. El silencio
es total, y el mal tiempo es intangible, y ha entrado en nosotros.
En
el programa que nos han dado aparece que en la tarde habrá “Naturaleza Poética”
en el campismo Las Golondrinas. De lo solemne al placer más puro. Nos vamos
en nuestra importantísima Girón (el chófer es puntual) hacia ese campismo.
Pasamos por Maffo, unas curvas, una cima empinada, bajamos y ya estamos en una
especie de Rivendel criollo. Se nota que ha llovido aquí. Los árboles están
frondosos y el río corre. Nos hacemos de un roncito y vamos a la poza donde no
llega el eco del reguetón. Hugo y yo conversamos con Felipón. Extrañamos a
Santiago. Le contamos como bebimos de esa ciudad a finales de los años noventa.
Felipón nos pone al día. De vez en vez necesito escuchar ese acento recortado y
auténtico del santiaguero. Ese acento es como ellos, musical, sincero y
relajado. La poza es deliciosa. Sé que rima pero no tengo un adjetivo mejor. En
la montaña rocosa que nos ofrece su sombra hay grietas. En las grietas anidan
las golondrinas. Vuelan como cohetes. Entran y salen. Estorbamos su paz, pero
necesitamos la paz del agua tibia del río. La tarde es corta. Al volver le robo
piedras al río, sé que harán más pesada mi mochila pero necesito la prueba
material de las vivencias.
El retorno es una fiesta porque el chófer hace sonar
la música de Bob Marley. Bob, contagias. Todos cantamos, especialmente los
guantanameros. Bob, eres tan inmenso que cuando llegamos tus seguidores se
quedan alrededor de la guagua cantando, No
woman, no cry... y no quieren terminar.
Para
la noche habrá una obra de teatro en el cine, su título: El Quijote no existe. Después, una gran descarga musical en la sede
de la AHS. A cielo abierto. Vuelven a reunirse todos los trovadores. Barra
Abierta toca dos temas. Además, se presenta un grupo de la ciudad, tocan rock y
se hacen llamar Aligator. También canta Dianelis, y algunos hombres se
meten con ella. Pero Dianelis responde con calma y sabiduría de mujer, sobre
todo imponiéndose con una voz cálida y personal. Aligator. Wow! Hacen covers de
clásicos del rock. Empiezan con Sweet Home Alabama. Contramaestre no deja de
sorprender. El rap también tiene su momento: un trío de muchachos se lanza con
un discurso punzante y apurado. Lo disfrutan. Se presentan Ruslán, Frank y
Ramón David. Termina la música y empieza otra parte de la noche, se vuelve a la
azotea, algunos amanecen.
Suerte a todos los músicos porque grabar un
disco es mucho más difícil que publicar un libro. Suerte a los escritores
porque escribir es menos divertido que tocar canciones. Suerte y gracias a
Encina y a su equipo de trabajo por armar cosas que parecen imposibles. Gracias
a la amabilidad que recibí de los habitantes con los que tuve trato. En
especial a los trabajadores del hotel Caribeño y a las vendedoras de la
farmacia, (a veces la salud nos juega malas pasadas y necesitamos la ayuda de
desconocidos). Si vas a Contramaestre no dejes de tomar jugo de tamarindo, en
Los Azahares lo preparan de una manera exquisita. Bien ácido y frío. Entra a la librería, seguro serás bien atendido.
Camina y observa, sé que verás un pueblo respirante.
Gracias Arnaldo, es importante mantener viva, aunque sea, una pequeña parte de la historia de nuestra nación, me hace feliz leer este articulo.
ResponderEliminarMaravilloso artículo que me ha permitido viajar contra el tiempo, los problemas, las terminales y sentirme,aún a destiempo, en "Los días de Orígenes".
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