Por Arnoldo Fernández.
(MI ENTREVISTA A PERSONAJES DE EL HOMBRE QUE AMABA LOS PERROS)
El hombre que amaba es una novela del cubano Leonardo Padura. Se publicó en Cuba en 2010. A mi pueblo llegaron 4 ejemplares, tenían sus destinatarios bien claros, uno de ellos fui yo, que luego de leerlo, pasé el libro a mucha gente. No quise quedarme en una lectura trivial, así que preparé un cuestionario y los personajes respondieron con una lucidez impresionante.
Arnoldo: ¿Sin aprender y ejercitar el miedo, como lo hizo Stalin en su momento histórico, es posible empujar a un país hacia el socialismo como alternativa?
Kotov (agente soviético): “Stalin lo pervirtió todo y obligó a la gente a luchar y a morir por él, por sus necesidades, su odio, su megalomanía. ¿Qué socialismo, qué igualdad?” (Padura, L: 502)
Iván: “… la fábula futurista e imaginativa de Orwell en 1984 terminó convirtiéndose en una novela descarnadamente realista. Y nosotros sin saber nada… ¿O es que no queríamos saber nada?”. (Padura L: 463)
Trotski: “La Unión Soviética legaría al futuro su fracaso y el miedo de muchas generaciones a la búsqueda de un sueño de igualdad que, en la vida real, se había convertido en la pesadilla de la mayoría”. (Padura, L: 184).
Arnoldo: ¿En algún momento la deformación estalinista del sueño socialista, será corregida y encausada por los hombres de cara al futuro?
Trotski: “¿Se podría abrigar la esperanza de que algún día la humanidad llegara a saber cuántos cientos de miles de personas habían sido ejecutadas por los secuaces de Stalin? ¿A cuántos comunistas verdaderos quitaron del medio? Él estaba convencido de que unas y otras eran cifras de vértigo, a las que se debían sumar millones de campesinos muertos de hambre en Ucrania y otras regiones por la catástrofe de la colectivización, y los millones que habían perecido en los desplazamientos de pueblos enteros ordenados por el antiguo comisario de las nacionalidades… Con toda seguridad se trata, (…), de la mayor masacre de la historia en tiempos de paz, y lo peor es que nunca sabremos las verdaderas y terribles proporciones que alcanzó el genocidio, pues para muchos de esos condenados no hubo sumario, juicio, acta de condena. La mayoría había muerto en calabozos, en trenes asfixiantes, congelados en los campos siberianos o fusilados al borde de los ríos y precipicios para que sus cadáveres fuesen arrastrados por las aguas o cubiertos por aludes de tierra y nieve…” (Padura, L: 341).
Arnoldo: ¿Es posible retomar un socialismo que no esté regido por una minoría burocrática que por la fuerza, la coacción, y la supresión proteja sus intereses contra el descontento mayoritario de un país?
Kotov (agente soviético): “…empezar el negocio sin engañar a nadie, sin joder a otro porque piense distinto a ti, sin que se busquen pretextos para callarte la boca y sin decirte, además, que cuando te cogen el culo lo hacen por tu bien y por el bien de la humanidad, y que ni siquiera tienes derecho a protestar o a decir que te duele, pues no se le deben dar argumentos al enemigo y todas esas justificaciones. Sin chantajes… (Padura, L: 517)
Arnoldo: ¿Stalin no pervertiría hasta sus entrañas el sueño socialista y la utopía del socialismo?
Trotski: “El terror había generado el efecto de estimular la envidia y la venganza, creando una atmósfera de histeria colectiva y, peor aún, de indiferencia ante el destino de los demás”. (Padura, L: 330)
Vieja amiga de Trotski: “Es terrible comprobar que un sistema nacido para rescatar la dignidad humana haya recurrido a la recompensa, la glorificación, el estímulo de la delación, y que se apoye en todo lo humanamente vil (…) Siento que hemos llegado al fin de la justicia en la Tierra, al límite de la indignidad humana. Que han perecido demasiadas personas en nombre de la que, nos prometieron, sería una sociedad mejor”. (Padura, L: 331)
Iván: “…una trama sórdida, destinada a deglutirlo (todo) hasta la última célula”. (Padura, L: 533)
Arnoldo: ¿Qué recuerdo conserva la humanidad del experimento más generoso soñado por el hombre?
Iván: “Las promesas que nos habían alimentado en nuestra juventud y nos llenaron de fe, romanticismo participativo y espíritu de sacrificio, se hicieron agua y sal mientras no asediaban la pobreza, el cansancio, la confusión, las decepciones, los fracasos, las fugas y los desgarramientos. No exagero si digo que hemos atravesado casi todas las etapas posibles de la pobreza.” (Padura, L: 460)
Ramón Mercader: “La monotonía de una arquitectura apresurada, empeñada en demostrar que a una persona le bastaban unos pocos metros cuadrados de techo para vivir socialistamente...” (Padura, L: 513-514)
Iván: “El sueño estrictamente teórico y tan atractivo de la igualdad posible se había trocado en la mayor pesadilla de la historia, cuando se aplicó a la realidad, entendida con razón (más en este caso), como el único criterio de la verdad”. (Padura, L: 389)
Quizás podrían hacerse otras preguntas a los personajes, no tengo nada en contra de los que lo crean así. Las que yo les hice, consiguieron unas respuestas que valen la pena tenerse en cuenta, para comprender la necesidad de reinventar un ideal, que en la mayoría de los casos, no logró el sueño teórico de un mundo mejor.
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