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jueves, 23 de noviembre de 2017

La estafa de los frijoles en oriente, Cuba




Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com

Al cobrar mi salario del mes, fui hasta uno de los carretilleros de mi pueblo; tenía fama de hombre serio; así que pedí tres libras de frijoles cabriolet. Los sacos estaban a la vista, pero tomó tres bolsitas de polietileno con el grano y guardó mis sesenta pesos, tan nacionales, como la misma Bandera que tanto amo. Mi instinto se despertó con agudeza, algo decía que aquello no estaba bien, no tenían el peso indicado. Muy dentro de mí, me sentía estafado, entonces recorrí los sitios donde están desplegados los carretilleros. La misma película que había vivido con el que yo creía “hombre serio”, se exhibía en todos. Pregunté a algunos quién garantizaba la seguridad del cliente al comprarle sus frijoles. La mayoría dijo, “compadre, si quieres compra, de lo contrario no critiques. Cada uno lucha a  su manera”. Ya la certeza iba conmigo, mi conciencia enfebrecida quería hacer algo, pero a quién acudir, ¿a los inspectores?, -si es una práctica compartida por todos los carretilleros-, ¿a la dirección de comercio?, si la queja se archiva en una hoja y va a una gaveta donde se olvida para siempre. ¿Qué hacer entonces? Un colega cercano, hace un par de años, cuando la libra andaba en 14 y era pesada en una romana, hizo un comentario titulado “¿Cuánto cuesta un potaje de frijoles colorados?”; los números allí eran de alerta. Han pasado un par de años y las estadísticas ahora son de alarma. De 14 pesos que costaba la libra, ahora manda el 20, pero ya ni siquiera se acerca a esa cantidad, ahora es media, o tres cuarto. Lo triste es que los carretilleros siguen  vendiendo sin que nadie supervise sus productos. La defensa en la que se escudan es que compran muy caro y tienen que sacar el costo. Al interrogar a varios campesinos, productores de frijoles, la mayoría reconoció venderlos al por mayor, a un precio de diez pesos; entonces: ¿Cuánto gana el carretillero? Seguimos interrogando y ellos tienen otros argumentos: “Yo pago patente y seguridad social. Todos los meses lo primero que hago es eso. Además, debo pagar su transportación”. Pero la pregunta que me hago, que se hace el hombre de a pie, tiene el dolor profundo de un bolsillo deprimido: ¿Es justo que vendan una libra de frijol por veinte pesos, cuando en realidad no es ese el peso? ¿Quién autorizó su comercialización mediante bolsas de polietileno? ¿Por qué esa estafa en la misma cara de uno? Mientras llega el orden, si es que se acuerda de venir, el personaje del carretillero sigue ahí, ya no como los cuadros de Landaluce, sino fijado a las arterias de siempre, metido en sus falsas bolsitas con el grano y en ese precio tan absurdo de 20 pesos.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Una bandera en el cielo: ES FIDEL



Una bandera en el cielo:  ES FIDEL.

 Por Rogelio Ramos. (Editor de Songo la Maya alternativa)  

Te llaman a que filmes un matutino, esta vez es diferente, ha muerto Fidel y asuntos quizás comunes toman otra proporción. Hablas con la directora, los maestros. Es la escuela José Martí, en La Maya, uno de los proyectos de la Unesco en Cuba, un sitio obligado. Vas por el deber, la pasión, los niños y la historia.

Es temprano, no hace calor; diciembre tiene esos tintes, te ajustas la camisa, le pides a la cámara planos firmes: primeros planos de los niños, de los maestros, de noventa palomas que deben cruzar cielo, el cielo, nos fijamos bien en el cielo, pero hay que seguir.

Se van las ocho, el reloj empuja a una hora de sol más alto. Comienzan las canciones, dicen vivas a la patria, los niños se detienen, dicen Fidel uno tras otro, dibujan el nombre del Comandante en la calle, porque están fuera de la escuela, sí.

Instructores de arte a escena, la canción de Raúl Torres comienza a rodar y Sosa y Luna Manzanares y esa muchachita nueva ¡qué bien canta! , se nos trepan a la memoria. Primeros planos de lágrimas. Las palomas salen. Abre el plano mi cámara, trepan las palomas, otra madre llora, carga a su niña: ¨Fidel¨, ¨Fidel¨, dicen los pioneros, son de preescolar a sexto, es el único seminternado de Songo – La Maya.

Milagros, la directora está al frente, es importante esa palabra (Milagros) una profesora comienza el poema y la canción. Los niños atentos, de pronto un silencio mínimo, han pedido repetir algo y dicen todos, son más de 200: ¨Yo soy Fidel¨, ¨ Yo soy Fidel ¨, ¨ Yo soy Fidel ¨.

El cielo está bien azul (ya dije que es importante el cielo) los niños van encontrando el silencio, las lágrimas, la Bandera, el Himno, la pasión, los maestros. Todo parece detenido, deben entrar al aula, comenzarán las clases. El día tendrá matices de normalidad y entonces alguien da la voz: ¨ Miren al cielo¨. El de la cámara me mira, vuelca el lente al infinito y allí dibujada por las nubes está la bandera. Podrá parecer otra, podrá semejar una pieza cualquiera pero lo sabemos: Es la Bandera cubana, como un milagro nacido del cielo.

domingo, 4 de septiembre de 2016

El Caracol de Arnoldo Fernández Verdecia




Por Ricardo M del Toro Tamayo. 

¡Caracol viajero!

Hoy, noche de sábado, abro la puerta de mi humilde choza y encuentro a un amigo tenaz que a pesar del mal tiempo visita mi morada. Es tu Caracol de Agua, viajero infatigable, enfrenta tempestades, rayos inclementes y aguas turbulentas, llega agotado con su casa a cuesta, pero arriba vencedor, mira, ¿ves sus cuernillos en forma de "V" proclamando victoria y señal fraternal? (Mira la foto)

¿Simbolismo?, ¿metáfora viviente? Llámalo como quieras.

"Hace un tiempo en ese lugar
Donde hoy los bosques se visten de espinos
Se oyó la voz de un poeta gritar
Caminante no hay camino, se hace camino al andar".

Nos trae un abrazo y trajo más... ¡Trajo mi bandera!

Tomado de Facebook.


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