Eduard Encina, junto al editor de Caracol de agua. |
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Eduard Encina Ramírez ha visibilizado su obra literaria desde Baire, allí ha escrito libros necesarios en el mapa literario insular. Baire es una estancia espiritual en su vida que constantemente lo influye en su manera de escribir, pensar, ser; quizás por eso sus amigos del mundo, Cuba y Contramaestre lo llaman mambí de Baire. En breve conversación con Caracol de agua señaló:
“Lo más parecido a la felicidad es la familia, en ella está el reino afectivo del hombre; mis hijos, mi esposa; amanecer cada mañana, conversar con ellos, poder darle mi apoyo como padre, esposo, cabeza de familia; eso me ha dado seguridad. Ellos me han permitido entender cómo piensan y sienten los otros, el otro desde mi entorno familiar. Me permite crear un reino que tiene que ver con la afectividad, la comprensión.
“Mi familia me ha aportado vivencias para escribir, sufrir.
"A veces las personas me ven como un ser raro, ajeno a los problemas cotidianos, en cierta medida tienen razón, pero en cierta medida desconocen también cuanta sensibilidad e ilusión hay dentro de mí”.
Este hombre de las letras llama a su familia fuerza natural para construir sensibilidades y hallazgos que pueden encontrarse en sus obras publicadas, sobre todo en sus piezas narrativas: Ñampiti y Las caravanas, muy leídas por niños y adolescentes.
Encina Ramírez, a pesar de la popularidad ganada en sus compatriotas cercanos, sobre todo en su Baire natal, se siente un mambí de las letras aquí en Cuba. No ha perdido la capacidad de creación, resistencia y fe, a pesar de las complejidades del mundo que le ha tocado vivir.
Eduard Encina Ramírez ha visibilizado su obra literaria desde Baire, allí ha escrito libros necesarios en el mapa literario insular. Baire es una estancia espiritual en su vida que constantemente lo influye en su manera de escribir, pensar, ser; quizás por eso sus amigos del mundo, Cuba y Contramaestre lo llaman mambí de Baire. En breve conversación con Caracol de agua señaló:
“Lo más parecido a la felicidad es la familia, en ella está el reino afectivo del hombre; mis hijos, mi esposa; amanecer cada mañana, conversar con ellos, poder darle mi apoyo como padre, esposo, cabeza de familia; eso me ha dado seguridad. Ellos me han permitido entender cómo piensan y sienten los otros, el otro desde mi entorno familiar. Me permite crear un reino que tiene que ver con la afectividad, la comprensión.
“Mi familia me ha aportado vivencias para escribir, sufrir.
"A veces las personas me ven como un ser raro, ajeno a los problemas cotidianos, en cierta medida tienen razón, pero en cierta medida desconocen también cuanta sensibilidad e ilusión hay dentro de mí”.
Este hombre de las letras llama a su familia fuerza natural para construir sensibilidades y hallazgos que pueden encontrarse en sus obras publicadas, sobre todo en sus piezas narrativas: Ñampiti y Las caravanas, muy leídas por niños y adolescentes.
Encina Ramírez, a pesar de la popularidad ganada en sus compatriotas cercanos, sobre todo en su Baire natal, se siente un mambí de las letras aquí en Cuba. No ha perdido la capacidad de creación, resistencia y fe, a pesar de las complejidades del mundo que le ha tocado vivir.
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