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viernes, 28 de abril de 2023

VIÑETAS DE TIERRA ADENTRO (LOS MAESTROS DE LA REPÚBLICA)


Por Arnoldo Fernández Verdecia. 

Presenté el trabajo. Defendí la idea de que la educación en Cuba,  durante la República, servía a los intereses de los partidos políticos en el poder. Dije que era escolástica, doctrinaria hasta la médula,  para llegar a una conclusión ideológica: "sólo después de 1959, eso cambió para bien del pueblo". 

Estaba yo en primer año de la carrera de Filosofía e Historia. Recuerdo la defensa de aquel ejercicio como si fuera hoy, lo  fundamenté de una manera tan apasionada,  que mi profesora de Anatomía y fisiología del desarrollo e  higiene escolar, María Teresa, se quedó gratamente sorprendida, eso creía yo al ver tras sus espejuelos, aquellos ojos tan expresivos. 

Al concluir, me preparé para la mejor de las evaluaciones;  entonces la profe me dijo: - ¿Cuántos martianos salieron de esa educación que criticas?  ¿De qué escuelas salieron José Lezama Lima, Cintio Vitier, Frank País, Fidel Castro y tantos otros?  Soy una maestra formada en los años republicanos y no estoy de acuerdo con tú crítica. En ese tiempo, el espíritu de Martí vivía con devoción infinita en la acción pedagógica de cada maestro. Trabajábamos por amor, ser maestro era algo grande para la sociedad, la familia. Tienes que aprender a valorar lo bueno de aquella etapa de nuestra historia. 

Sentí que el mundo se me venía encima, entonces la profe María Teresa, con aquel amor que tenía a flor de labios, me abrazó. Sus palabras finales llegaron como regalo: -Tienes 5 puntos, pero yo no me sentí satisfecho, ella lo tenía muy claro, aunque no me lo dijo. 

Desde ese día aprendí a interrogar al pasado, sin querer que me responda lo que todos repiten como loros.

No se si la profe María Teresa aún está viva. Después del Período Especial,  no he vuelto a verla. En mis recuerdos,  quedó grabada su pasión por Martí y la  sensibilidad que movía cada una de sus acciones. 

Gracias profesora,  por aquella lección de civismo y  de Patria que me acompañará hasta  mi muerte.

lunes, 19 de mayo de 2014

Maestros misioneros de Santiago reconocidos con medalla aniversario 160 del natalicio de José Martí

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu 

“…se necesita abrir  una campaña de ternura  y de ciencia, y crear para ella  un cuerpo, que no existe,  de maestros misioneros”. (Martí, José: Maestros ambulantes). Así podría comenzarse un post para hablar de los tiempos nuevos en Cuba. La realidad nos dice que predomina la formalidad, la retórica banal y el culto infértil a la hora de acercarse a la inmensa obra de José Martí.

José Luis de la Tejera, presidente de honor de la Sociedad Cultural José Martí en Santiago, tiene algunas consideraciones,  sobre la cura de ternura y amor, necesarias en la sociedad nuestra para proyectarnos al futuro,  con hombres y mujeres de probada virtud.

“La realidad nos dice, que la obra del Maestro se estudia  verticalmente a partir de   imposiciones de generaciones mayores. Construir moldes para ser martianos ha propiciado el alejamiento de lo básico imprescindible. Necesitamos comunicar con más horizontalidad ese caudal de ternura que tienen los textos  de Martí. No es un problema de citas fuera de contexto, sino, de aprehenderlo en su complejidad, liberado de formalidades y rutinas pedagógicas que lo mutilan”.

“Fue triste saber que el concurso Mi cita preferida de José Martí, hubo que dejarlo casi desierto, porque las obras presentadas por niños y jóvenes no tenían calidad. Dolorosamente, muy seleccionadas zonas de la obra del Apóstol, se repiten desde primaria hasta preuniversitario, sin crear motivaciones necesarias para alimentar el culto a su vida y obra,” sentenció De la Tejera.


Yo diría que esa devoción surgida desde que el Maestro estaba vivo, y que alcanza una estatura tremenda en la etapa republicana, de nuestra historia, corre el riesgo de perderse, porque han faltado en la enseñanza, verdaderos conocedores de su perfil heroico y creativo, y sobran los repetidores de eslóganes carentes de sentidos para las nuevas generaciones. 

Saber que viejos martianos de Santiago, formados en el culto discipular, y otros no tan viejos, deciden cerrar filas para convertirse en los imprescindibles maestros misioneros que lleven su doctrina a hogares, escuelas y barrios, es un aliciente ante la crisis moral, que necesitamos a toda costa revertir, a partir de la formación de almas que dignifiquen a Cuba en el concierto de las naciones del planeta.

Reconocer a prestigiosas figuras que han mantenido vivo  el imaginario oracular que ubica a Martí como contemporáneo imprescindible, a pesar de las desviaciones surgidas en el trayecto revolucionario, es una garantía esencial para que niños y jóvenes, aquí en Cuba, puedan hallarse a sí mismos en el goce la razón y entrar verdaderamente en el templo de la virtud.

Vivir este 17 de mayo, en la noche, el Encuentro de Generaciones, que conduce el poeta Reinier Rodríguez, como parte de la programación de acciones culturales de la Asociación Hermanos Saiz, aquí en Santiago, me permitió, en lo personal, escribir este post, que hoy mi Caracol de agua comparte con sus lectores del mundo.

Pero no quiero concluir, sin acudir a ese imaginario oracular que la mayoría de los cubanos veneramos, cuando considera necesario “…dejar a los espíritus su seductora forma propia; no deslucir con la imposición de ajenos prejuicios las naturalezas vírgenes; ponerlas en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlas, ni empelerlas por una vía marcada: ¡He aquí el único modo de poblar la tierra de la generación vigorosa y creadora que le falta!”. (Martí, José: El poema El Niágara)

viernes, 5 de abril de 2013

El Día de los Pioneros me llevó a la escuelita de mi infancia

Hacía treinta años que no volvía a mi escuelita. El Día de los Pioneros me llevó a ella.

Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu

Hace algunos años soñaba regresar a la que fuera mi escuelita primaria, aquella que nos hizo la revolución, hace más de tres décadas, en mi pueblo natal, Cruce de Anacahuita, a unos cuatro kilómetros de la cabecera municipal, Contramaestre.

La posibilidad llegó con la celebración del Día de los Pioneros este 4 de abril. Allí sigue mi escuelita, pero con la huella del tiempo sobre sus espaldas. Busqué el árbol de tamarindo, el pozo para regar el huerto una vez a la semana, pero no estaban.  Habían nuevas casas a su alrededor y una cerca delimitaba el espacio. En el interior, unos 46 niños y niñas sonreían. Nos daban la bienvenida y por un momento regresé al infante vestido de uniforme, que una vez estuvo en aquellas aulas y cantó el Himno Nacional por vez primera, y le gustaban mucho los libros de lectura, la vida política de mi patria y los relatos de Historia de Cuba. Recordé a mis maestros y maestras y no pude evitar una lágrima.

Hacía treinta años que no volvía a mi escuelita. El Día de los Pioneros me llevó a ella y me devolvió el recuerdo del almuerzo una vez a la semana a mi maestro; la forma en que aprendí a multiplicar, dividir, restar y sumar; la ceremonia para recibir la pañoleta, el día que aprendí a leer y escribir. Regresé en el tiempo  y me vi escritor, periodista, maestro. Muchos niños se reían de mí, por las fantasías que construía, algunos creían en una locura transitoria; la vida se encargaría, según ellos, de hacerme poner los pies en la tierra.

Un día salí de aquella escuelita cargado de sueños y me fui al mundo; atrás quedaron juegos, adivinanzas, y una imaginación pintada con las asignaturas que definirían mi vocación profesional: lecturas literarias e historia antigua.

Hoy regresé a mi escuela, mejor, a mi escuelita. No olvidé su nombre: Domingo Portela. No  olvidé a mis maestros, a mis compañeros de estudio, casualmente, allí estaba Irma Sánchez Mora, que con una sonrisa dijo: “Me he reencontrado con un viejo compañero. Recuerdas cuando iniciamos primer grado, al ser  creada esta escuela”. Hoy, su niño, Roberto Mondelo Sánchez, cursa segundo, y recorre el mismo camino que todos los días llevaba a su madre a nuestra escuelita. Yo me fui al mundo, Irma sigue allí, ahora de la mano de su hijo. 

 
Este 4 de abril he sido feliz, muy feliz. Los sueños de otros niños se encontraron conmigo. Sembré mis libros en sus memorias. Hablé de mis días en aquellas aulas. Junto a mí estaban los escritores Eduard Encina y Ernesto Andrés de la Fe. Leímos para ellos, para ellas. Nos tomamos fotos. Degustamos los dulces caseros nacidos en el corazón de sus madres. El mayor premio que recibimos fueron sus sueños de ser un día, médicos, artistas, profesores, o una bailarina española que tuvo la gentileza de obsequiarme su arte.  Al partir, nos hicimos una foto colectiva. Atrás quedaron manos tendidas, vuelvan nuevamente, y unos niños y niñas que no han perdido los sueños, porque los tienen todavía. 


INVITACIÓN: No dejen de apreciar esta galería de fotos con momentos inolvidables vividos con niños, niñas y maestros de la que fuera mi escuelita.  

A mi espalda el aula donde aprendí las primeras letras y números.
Niña en actitud de reflexión ante las propuestas literarias que llevamos.
Niños con la mirada en el horizonte.
Niña en abierta actitud  picarezca.
Niña con la mirada en el futuro.
La sonrisa de un niño vale más que toda la riqueza del mundo.
Niña  nos da la bienvenida oficialmente.
Niña nos regala pensamientos de José Martí.
Momento de sueños futuros.
Momentos de sueños futuros.
Momentos de sueños futuros.
Momentos de sueños futuros.
Momentos de sueños futuros.
Momentos de sueños futuros.
Momento de sueños.
Momento de sueños.
Momento de sueños.
La despedida.



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