miércoles, 30 de julio de 2014

Créalo, Antonio Pacheco cambió de aires*

Antonio Pacheco durante una presentación del equipo Santiago, año 2010, en el estadio América Libre, Contramaestre, Cuba.
Por Cuscó Tarradell 

Hay aves como el colibrí que dejan el hemisferio sur y cruzan más de mil kilómetros por el Golfo de México hacia el Norte. Las hormigas, genuinas austeras del reino animal, migran de sus cavidades naturales con sus crías como sucede con las legionarias cuando escasea el alimento. El ‘género Homo’ u ‘hombre Mono’ –desde su origen– pobló el mundo hace miles de millones de años, dejando atrás el África que fue su cuna. Antonio Pacheco Massó ha emigrado, pidió asilo político y quieren hacer de la noticia “el gran espectáculo” en las redes sociales.

¿Cómo sería la Humanidad que no encarara otro ideal, una razón diferente, un sacrificio nuevo, sin la búsqueda de un “modelo de felicidad”? ¿Qué sería del hombre, incluso con la misma alegría de todos los días? Aburrido. No busque otro sinónimo.

Créalo, Pacheco cambió de aires. Ya es oficial porque la Ley de Ajuste Cubano lo admite. Para qué esperar más tiempo. Se ha jugado por él este 25 de julio un partido de bienvenida en el estadio Rome and Sligh Playground de Tampa, organizado por ex peloteros cubanos. Se ha ido, o como suele correrse la voz: “se quedó”.

Canadá fue solo su primera alcoba antes del recalo en Estados Unidos. Ha dado un batazo largo a sus 50 años de edad. Ha picado duro y se ha extendido por la connotación de un refugio político. Le ha dolido esa “carrera empujada” a los que le gritaban en una esquina “Capitán, capitán…” en gesto jovial de reverencia; a los que le abrían las puertas del consumo, al pionero al que un día le puso una pañoleta en un acto patriótico.

Le ha mojado los párpados a la doctora que lo cuidó durante varias noches con crisis de hipertensión arterial en el Hospital General Saturnino Lora, a los amigos firmes que dejó, a los vecinos idólatras del barrio La Ceiba donde creció en Palma Soriano, a los que le ponderaron en un estadio como pelotero y luego como manager tricampeón (2005, 2007 y 2008) con el equipo Santiago de Cuba.

A Pacheco lo conocí de cerca. Viajé con él en avión hasta la capital cubana, platicamos de alineaciones en un dugout, compartimos el ómnibus colectivo de Santiago, provocamos en un elevador a Norge Luis Vera a propinarle una lechada a Industriales, bebimos juntos unas cervezas, y me alojé frente a su habitación en el Hotel Riviera. Era el año 2006, cuando realizaba un documental a sus Avispas. Siempre, sin excepción, respondía a un estigma de hombre misterioso, con dotes de camaradería, apartado de intrigas y trances burlescos, pocas palabras, pero resuelto.

Dudo que cambie su actitud, o caiga en “artimañas políticas” en una entrevista, a no ser que así lo quiera.

Prefiero, sin andar doliente al margen de la noticia, quedarme con el hombre que nunca puso 7 ceros en una boleta de fichaje o deserción, cuando era el mejor segunda base del Team Cuba. Elijo al jugador estrella que vistió las 4 letras del Equipo Nacional de Béisbol desde la categoría infantil hasta ganar la séptima Copa Mundial consecutiva con la escuadra cubana en el año 2001, por primera vez enfrentando a un equipo profesional de Estados Unidos. Opto por el recuerdo de sus saltos felinos en la intermedia para quitarle un hit al oponente. Me apropio de sus números ofensivos en 3 Olimpiadas: AVE 361- SLU 647- HR 8- H 38- CI 32.

Para mí siempre integrará la novena de ensueño de la pelota cubana. Más, no quisiera que desaparecieran sus batazos en televisión. Sería duro renunciar a la imagen de aquel Pacheco que saltó del banquillo –con faja ajustada a una columna maltrecha– para darle un jonrón con bases llenas (Grand Slam) al mismísimo Pedro Luis Lazo. Y: ¡Santiago Campeón!

Aunque he pensado en ello, todavía se puede repasar la historia del béisbol o llenar un Programa Antesala con los archivos de Andrés Telémaco, Alfonso Urquiola, Lourdes Gourriel (padre), Pedro José Rodríguez, Braudilio Vinent, Víctor Mesa, Luis Giraldo Casanova, Omar Linares, Germán Mesa, Orestes Kindelán o Norge Luis Vera…

Ahora dicen en una esquina, o se escucha en una mesa de dominó: “Si yo hubiera sido Antonio Pacheco, me quedo en Cuba”. No duden que aquí era “un rey”; pero las necesidades humanas engordan con los años de éxito.

No hay modelos de felicidad a imitar, sino los que el propio hombre interpreta, altera o acomoda a su conveniencia. Cuesta trabajo creérselo en esta Isla del Caribe.

Tal vez Pacheco sea un ave de paso por Estados Unidos para luego estirar su vejez en Cuba. Tal vez no…, y regrese un día en caja fúnebre o cenizas, con destino: ‘Cementerio Santa Ifigenia, Santiago de Cuba, la tierra abrigo’. Nadie puede ser absolutamente asintomático a la noticia: Antonio Pachecho pide asilo en EEUU o Ex pelotero Antonio Pacheco busca refugio en EEUU.

Eso sí, hay una enorme diferencia entre la migración del colibrí, las hormigas y Antonio Pacheco. Los dos primeros son “moralmente” animales centrífugos y apolíticos; pero, el hombre grande, el líder, desde su primera conquista marca patrones de conducta y sabe cuánto simboliza el sendero de una decisión.

A Estados Unidos llegan cada año más de 100 mil inmigrantes de todas partes del mundo. No todos se quedan por aprobación de ese gobierno. Claro está, que ninguno es como Pacheco.


*Publicado  originalmente con el título: El destino de Antonio Pacheco, ver http://laislaylaespina.blogspot.com/2014/07/el-destino-de-antonio-pacheco.html

sábado, 26 de julio de 2014

A Cuquita la mora se le fue la mano en Contramaestre, Cuba


Por Alfredo Ballesteros Alfonso (Editor de Caminante cubano)

Al llegar a la hora fijada (8:30 pm) y ver que la anfitriona brillaba por su ausencia, decidí caminar la ciudad. Al regresar al cine Bélic, aquí en Contramaestre,  Cuquita la mora ya terminaba el espectáculo. La gente al salir no podía creerlo, lo nunca visto, decían. Por sus valoraciones,  supe entonces que Cuquita no había superado las expectativas creadas a través de la radio local  y las fotos pegadas en muchos cristales de la ciudad. Tantas bocas no podían estar equivocadas, pensé.

Cuando leo en Caracol de Agua “La estafa deCuquita la mora en Contramaestre, Cuba”  recuerdo los comentarios de la noche anterior; se ajusta lo escrito a lo escuchado en la calle. Lo cierto es que a Cuquita  se le fue la mano y respondió sin pensar.  Su apurada respuesta deja al descubierto sus vulnerabilidades como artista.

Hoy los humoristas critican lo que desean. A partir de las necesidades de los cubanos hacen reír a todos, que si el pan está agrio, que si la libreta de abastecimiento, o que si tal borracho irrumpió en el escenario preguntando si dormido lo habían llevado a Chipre, por mencionar algunos de los más conocidos. Muchos de sus colegas gozan de prestigio, no creo sean desastrosos sus espectáculos, como usted dice, diagnosticando  infarto seguro, si  llegamos a ver algo de ellos. 

Discúlpeme Cuquita, su respuesta a Caracol de agua carece de argumentos. Contramaestre también es Cuba, por eso me resta preguntarle: ¿Volverá? ¿La gente de mi pueblo pagará por verla? Podrá responder,  si retorna. A lo mejor, para ese entonces, la tarjeta nauta no le costará 4.50 CUC. 

viernes, 25 de julio de 2014

Hija de alto dirigente en Cuba nunca abrió las maletas


Perros estanford  comieron rostros malagradecidos.
Por  Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu


                                                               Esta historia es pura ficción.Tal como la cuentan la escribo.

Enamorarse es normal en una isla del Caribe llamada Cuba, pero si es un peso completo, uno de los cónyuges, la cosa no es igual. La muchacha, criada en ambientes capitalinos con todos los gustos satisfechos por su padre;  el muchacho, nacido en Oriente con una mano delante y otra atrás. Se encontraron por accidente en un cafetería, ella, cansada de la soledad  en que vivía; gustaba irse a la calle a rumiar sus penas disfrazada de cubana de a pie. El llegó, mochila al hombro, narrando aventuras. Desde la primera hasta la última palabra la imantaban. Aquel ejemplar  pintado de negro por el sol de Santiago era irresistiblemente atractivo. No dudó en acercarse, ofrecerle una copa. Luego lo llevó a su casa, comieron juntos y terminaron enlazados en la cama.  Todo el tiempo el lazo sexual los tenía enjaulados en unos deseos que nunca terminaron. Pero él tenía un sueño, quería ser marinero mercante, ella no dudó en complacerlo, habló con su padre y en un abrir y cerrar de ojos, el muchacho cursó la carrera de oficial de marina mercante.  Al graduarse, recorrió muchos lugares del planeta, casi no paraba en la isla, la muchacha no resistía la ausencia. Un día, madre y hermano del amado santiaguero se aparecieron en casa de la chica, empezaron a  adueñarse de todo. Habló con su padre, argumentó razones, pero temía herir a su hombre. Entonces sucedió lo peor, pretendieron dividirle el hogar, ella reclamó con energía e intentaron golpearla, pero sus perros estanford  comieron aquellos rostros malagradecidos. Llamó a su padre, informó lo sucedido. Veré que puedo hacer, dijo  el viejo. Hizo unas llamadas y enseguida apareció una ambulancia, recogieron los cuerpos sin vida,  los mandaron de regreso a Oriente. Nunca más se supo de ellos. Al regresar el amor de su vida le contó todo; muy herido se fue sin decir palabra. Atrás quedaron sus maletas sin abrir. La muchacha intentó retenerlo, pero no tenía suficientes razones para aliviar su dolor. Pasaron los años y el marinero no volvió, supo de buena tinta de su  residencia definitiva en Portugal. Las maletas siguieron como mismo las había dejado; creía ingenuamente que su marino volvería y se pondría muy bravo si ella  registraba las pertenencias. Era tanto su amor por  el pintado de sol, que no entregó su cuerpo a más nadie en la vida. Dicen las malas lenguas, que juró amar únicamente a su marinero mercante.

miércoles, 23 de julio de 2014

Homosexuales y travestis en Cuba se convierten en hazme reír

“Manos pa´rriba, e´to ta bueno. Hoy es pa´ gozar. Poncha, poncha el reguetón pa´que la gente baile… Asesina” Dice el “animador”.

Por Alfredo Ballesteros Alfonso. (Editor de Caminante cubano)

“Manos pa´rriba, e´to ta bueno. Hoy es pa´ gozar. Poncha, poncha el reggaetón pa´que la gente baile… Asesina” Dice el “animador” ¿Por Rihanna ó por La Faraona?” pregunta el hablante que se burla de los que actúan abiertamente en el espacio.

La diversidad sexual, en Cuba se respeta hoy, pero deben evitarse espacios donde homosexuales y travestis se convierten en el hazme reír de todos, por el actuar irresponsable de algunos.

“¿Quieren reggaetón? pue´ tomen reggaetón” pregunta y se responde “el animador” como diciendo, “-el equipo es mío y pongo lo que yo quiera”. No existe otra alternativa que bailar con la música que difunden, quienes manipulan un dispositivo de audio y nos obligan a escuchar las barbaridades que dicen. 

Caminando, observo como calles, plazas y sitios recreativos son inundados por propuestas artísticas carentes de calidad. Una música que no complace a todos complementa la agresión al oído,  cuando “el animador” exhibe su bajo nivel cultural con errores en la dicción y mensajes vulgares. Hoy cualquiera habla por un micrófono: ¿Por qué? ¿Es más fácil hacer oídos sordos?   ¿Hasta cuándo vamos a encontrar estas realidades en una sociedad que se esfuerza por rescatar los valores? Acciones así, entronizan la chabacanería que debemos arrancar de nuestras calles. 

martes, 22 de julio de 2014

Réplica a Cuquita la mora, por la respuesta a su presentación en Contramaestre, Cuba


Por Ángel del Toro Fonseca.

Sucesos lamentables relacionados con la presencia de Cuquita la Mora en Contramaestre, Cuba, y su posterior repercusión en nuestra población sensible, culta y deseosa de apreciar el espectáculo, me animan a plantear una cuestión de fondo sobre el humor cubano.

Dos excepcionales congresos, el de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el de la Unión de Periodistas de Cuba, dejaron una máxima ineludible: CONTRA LA CHABACANERIA, EL MAL GUSTO Y TODO LO QUE ATENTE CONTRA LA MÁS EXQUISITA CUBANIA, HAY QUE LUCHAR CON DENUEDO.

El disfrute del espacio televisivo Clip Punto CU, el domingo 20 de julio, con el protagonismo de "Virulo", me confirmó que el humor profesional hecho y  el que se está haciendo sí contribuirá a sedimentar lo mejor de nuestra cultura.

Pero cuando se muestran momentos lamentables de mal humor, o cuando se piensa que a un municipio de 100 mil habitantes, en Oriente, se puede viajar para decir una decena de disparates, en presencia de niños, entonces el rumbo se tuerce. Es una lástima que una cubana hermosa como Cuquita la mora, de amplio raigambre en la población, base sus expresiones artísticas en el mal gusto.

Quiero aclarar finalmente, que quien repudia con mayor fuerza el contenido del espectáculo de Cuquita La Mora en Contramaestre, no es principalmente la prensa, ni la intelectualidad, sino la mayor parte del pueblo que asistió al cine Bélic en busca del espectáculo "Más Mujeres" y recibió una receta donde predominó el facilismo.

Quizás una buena encuesta a las víctimas de su espectáculo -que expresaron disgusto al salir del teatro-, pueda hacer entender a Cuquita su error. Sin embargo, todo esto me deja  una gran inquietud: ¿Tendrá que aceptar un pueblo que aspira a ser el más culto de la tierra, que se sigan manifestando contrastes de excelente humor por una parte, y por la otra, evidentes deformaciones incorporadas en los "paquetes semanales de vídeo", desde afamados escenarios de la capital del país, La Habana? Yo, para mi Contramaestre, no quiero eso.

viernes, 18 de julio de 2014

Respuesta de Cuquita la Mora a su presentación en Contramaestre, Cuba

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu

Caracol de agua recibe esta respuesta hoy,  de parte de la humorista Cuquita la mora, luego de la presentación en el cine Bélic de la ciudad de Contramaestre, aquí en Cuba. No corregí ninguna palabra de su escrito, sencillamente me limité a leérselo a varios colegas de trabajo. 


Aclaro, Cuquita, fui a su presentación porque creí con honestidad en el espectáculo Más mujeres, que se promovía a través de la radio local y mediante anuncios exhibidos en las vidrieras de la librería Daniel Readigos. Nunca imaginé que vería lo que allí ocurrió. 
 
Tengo varias grabaciones recogidas en la voz de personas de mi pueblo, con la desagradable impresión causada durante su presentación. Sepa usted  que mi pueblo tiene cultura, y no tiene momento fijo, pero si instrumentos para rechazar lo banal  y asumir lo bueno de un producto cultural auténtico, nacido de lo típicamente cubano. 

 
Algunas personas, una gran mayoría, dijeron que me quedé por debajo de lo que realmente había ocurrido sobre el escenario. Ingenuamente llevé a mi esposa y a varios amigos y amigas, creía que apreciarían BUEN HUMOR, sin embargo,  la pseudo-cultura reinó esa noche. No sabíamos, -como le sucedió a muchos espectadores-, si irnos o quedarnos, pero fuimos educados y permanecimos hasta el final de la jornada. 

 
Varias parejas de la tercera edad, entre ellas, aquel matrimonio de 30 años, que recibió como elogio un triste: ¡QUÉ ASCO!, de parte suya, por tanto tiempo juntos. O la de los padres de aquellos niños de 11 y siete respectivamente, que usted los invito a actuar: a uno como homosexual y al otro como hombre, incluso los premió con dos CD (videos de la MOSTRA DEL HUMOR). Lo de las niñas fue el colmo.... Recuerda a la niña que puso a actuar como jinetera y al niño como extranjero con un “baro largo”. 


Ay Cuquita, la “cultura no tiene momento fijo”, es verdad, pero todo tiene un límite en la vida y el verdadero artista tiene que defenderlo ante cualquier público. Lo ideal hubiera sido negociar con los dirigentes del teatro y definir los públicos que podían acceder a su “arte”, no vender un espectáculo que no tenía nada que ver con lo que usted tradicionalmente hace por la televisión cubana. 
 
No necesito que me devuelva los $10, pagué por disfrutar su arte, pero no puedo olvidar que soy  escritor y me debo a lo mejor de la cultura cubana. Oriente, no lo olvide, no es la cenicienta de Cuba, aquí viven personas honorables que aman y sienten el verdadero arte. Todavía me pregunto: ¿Qué hacía usted por estos lares cuando en La Habana estaba sesionando Aquelarre 2014?

 
RESPUESTA DE CUQUI LA MORA
COMPAÑERO ARNOLDO, CUANDO ME COMENTARON DE SU ESCRITO ENSEGUIDA PENSÉ: "ME TOCÓ", PUES VARIOS DE MIS COMPAÑEROS DE TRABAJO HAN SIDO VICTIMAS DE PERSONAS COMO USTED, LUEGO SONREÍ Y EXCLAMÉ: ¡LA CULTURA NO TIENE MOMENTO FIJO!
AHORA, LUEGO DE LEER SU ABSURDO ESCRITO PENSÉ: ... MEJOR NO LE DIGO, APESAR DE QUE SE LO MERECE.
SEPA USTED COMPAÑERO ARNOLDO QUE ESTE ESPECTACULO EXACTAMENTE COMO USTED LO VIO, FUÉ PREMIO AQUELARRE 2011 A MEJOR ESPECTACULO DEL AÑO, QUE EL MISMO SE HA PRESENTADO DURANTE 7 AÑOS EN TODO EL PAIS, INCLUSO EN EL EXTRANJERO.
HAN DISFRUTADO DE ÉL; MÉDICOS, MAESTROS, INTECTUALES, AMAS DE CASA, CUENTAPROPISTAS, POLICIAS, PRESOS, VAGOS, CORONELES Y MINISTROS Y TODOS HAN QUEDADO CONTENTOS Y AGRADECIDOS.
ES USTED SEÑOR ARNOLDO, LA ÚNICA PERSONA EN EL PLANETA QUE PIENSA ESTO SOBRE MI ESPECTACULO, Y SEPA QUE UN CRITERIO NO ES UNA DEFINICIÓN. ES UNA PENA QUE NO SEA REQUERIDO POR TANTA FALTA DE RESPETO Y ÉTICA AL PUBLICAR TANTAS MENTIRAS Y SANDECES SOBRE MI TRABAJO.
LE ACONSEJO QUE NO SE PRESENTE MÁS A VER UN ESPECTACULO HUMORISTICO PORQUE SI EL MIO QUE ES EL MÁS SANO Y RESPETUOSO DE CUBA, LE CAUSÓ ESA IMPRESIÓN, CON LOS DE MIS COMPAÑEROS USTED INFARTA.
ME ENCANTARIA DEVOLVERLE LOS 10 PESOS DE SU ENTRADA, PERO SI LO HAGO, QUEDARIA USTED EN DEUDA CONMIGO Y ENTONCES ME DEBERIA A MI 4.50 CUC DE LA TARJETA NAUTA QUE TUVE QUE COMPRAR PARA RESPONDERLE.
APROBECHO LA SITUACION Y ESTOY INVITANDO A TODOS LOS CUBANOS Y CUBANAS A DISFRUTAR DE MI ESPECTÁCULO HUMORÍSTICO, EL CUAL ME HA LLEVADO A DISFRUTAR DEL CARIÑO, RESPETO Y ADMIRACIÓN DE TODOS LOS CUBANOS, ECEPTO ARNOLDO, ME ESTOY PRESENTANDO EN EL CLUB COCODRILO UBICADO EN 3ERA Y 10, VEDADO, TODOS LOS DOMINGOS A LAS 10 PM, “NO DEJE QUE ARNOLDO SE LO CUENTE, VENGA USTED PERSONALMENTE”.
SIN MÁS,
ARTISTICAMENTE.
CUQUI LA MORA.

jueves, 17 de julio de 2014

Mariconchi en Santiago de Cuba: una de las muestras más lamentables del humor cubano

Orlando Manrufo interpreta el personaje de Mariconchi.
Por José Roberto Loo (Editor del Quimbombó verde)

Siempre he pensado que el verdadero arte, cualquiera que sea su vertiente, más allá de la belleza, lo entretenido y lo útil, debe nacer de la voluntad de su autor de dinamitar las normas establecidas, revolucionar lo tradicional, ofender por sus renovadoras propuestas, ser fruto de la inquietud y del deseo de decir o mostrar una fuente desbordante, sincera e incontrolable, que explota en el pecho y te acorta el sueño…

Por el contrario, hacer más de lo mismo, repetir los archiconocidos y trillados caminos, tal y como hacen los chivos que tanto entretienen a los niños con sus manidas y consabidas vueltas en los parques de la ciudad, caminar pisando las huellas de otros, porque son “exitosas”, me parece la más burda manera de banalizar y minimizar la creación artística.

A mi juicio, esa es la gran diferencia entre comercializar el arte, y el arte comercial, criterio que hoy expreso con suavidad, pero que me tomó años llegar a él, y que hoy motivan estas reflexiones sobre la vulgaridad en el humor cubano actual, una realidad que hiere la sociedad cubana y que se mueve vertiginosamente en el consumo informal en la nación, a la vez que se legitima en los espacios públicos con una política cultural agujereada, creando patrones y modelos de “buen hacer”.     

Lo que promocionaba la radio local santiaguera como un espectáculo merecedor de un premio Aquelarre, se convirtió pare mí en una de las muestras más lamentables de humor cubano, carente de valores estéticos y de intenciones por crear un producto genuino, que promoviera el análisis crítico, y al contrario, sí una manera burda y solapada de embolsillarse unos cuantos miles de pesos.

Ese es mi criterio sobre el espectáculo de "Mariconchi con los gladiadores del grupo Roma", que recientemente llegó al coloso cultural de Santiago de Cuba, el Complejo Teatro Heredia. Al menos de los shows similares que he visto en mis 28 años de edad, desde la humilde y orgullosa visión de un pueblerino, así lo considero.

Quizás por estar al margen de los productos audiovisuales que ágilmente se mueven por todo el país, en los llamados “paquetes” que tanto han alterado el consumo cultural que hoy se vive en el país, nunca antes había observado el trabajo de Orlando Manrufo (Mariconchi) y muchos menos el de los miembros del Grupo Roma, ninguno de los dos dentro de los humoristas más populares en el país. 

El primero fue el gancho que me motivó asistir a la presentación, aunque solo conocía sus presentaciones en diversos espacios de la televisión nacional, donde a mi juicio –y en retrospectiva veo cuan ingenuo fui –, eran bastante buenos y creativos. De los segundos, nunca antes los había escuchado mencionar.

Es posible que en la capital del país, donde existe mayor cantidad y diversidad de artistas y espacios de promoción, fuera el lugar donde el humor cubano involucionó y derivó en una mera secuencia de clichés, a modo de programas enlatados, cuya fórmula “asegura” aplausos y asistencia, y claro, dinero.

Es solo una suposición, porque realmente no conozco el momento en que se entronizaron y arraizaron las ofensas, las burlas desmedidas, lo grotesco, la falta de respeto, la vulgaridad y las llamadas malas palabras, como ingredientes para el éxito de un espectáculo humorista. Esa corriente que un gran artista de Cuba, Carlos Ruiz de la Tejera, ha sabido bien llamar como el “humor envenenado”. 

Y claro que en esa lista de recursos manidos no pueden faltar el choteo al pinareño y al oriental, a las personas de humilde procedencia de los campos, conceptos que lejos de renovar un arte que tiene en el país grandes creadores, tienden a patentizar, asentar y legitimar otras ideas más peligrosas e hirientes, como el racismo y la discriminación, que hoy reconocemos presentes en la sociedad actual, y que motivan debates en todos los niveles, desde la calle, pasando por el sector intelectual hasta entre los parlamentarios cubanos.

Cuba grita a todas voces tener uno de los pueblos más cultos, no así educados, y ciertamente no con ideas críticas bien formadas, capaces de discernir y rechazar espectáculos humoristas desmoralizantes y denigrantes que nada bien le hacen a la idiosincrasia cubana, la que ciertamente nada tiene que ver con lo que mostró Mariconchi y los miembros del Grupo Roma.

Un espectáculo humorista, que casi siempre se consume en familia, nunca será solo entretenimiento y evasión de la realidad, por el contrario, asumirlo así sería perder una batalla en el terreno ideológico. El humor, detrás de la risa, persigue hacernos pensar, tomar conciencia, combatir y cambiar.

Lamento que mis conciudadanos, quizás acostumbrados a aplaudir todo lo que tienen a la vista, estén o no de acuerdo, una vez más ovacionaron y clamaron un show lamentable, ofensivo en todas las maneras posibles, desde la sustitución del sugerente doble sentido por una representación explícita de la desnudez, del sexo anal y de los órganos reproductivos, pasando por la exaltada y remarcada presencia de la vulgaridad, pasando por las reiteradas ofensas dirigidas al público, haciendo presa del negro, la persona mayor o con discapacidades.

Igualmente lamento que en un templo de la promoción cultural en Santiago de Cuba –y en la nación– las personas encargadas de la programación y velar por colocar en cartelera productos de factura, o al menos a tono con el prestigio del escenario en cuestión, se hayan hecho eco de un show, que a mi juicio, ni en un pequeño cabaret hubiese tenido cabida.

Mirándolo desde el punto de vista de la comunicación, donde proviene mi formación profesional, ¿qué construcción de sentidos puede surgir en un público, donde el mensaje carece de todos los valores que tanto nos empeñamos –no siempre con éxito– en promover en todos los espacios socializadores? ¿Qué interpretaciones saldrían de esa propuesta?

Como no tengo alma de masoquista, lamento en especial haber pagado 10 pesos para que me ofendieran y agredieran de esa manera, se lo atribuyo a mi ingenuidad de caer, como un novato, a los encantos de la visita de un artista de La Habana, con espacios habituales en la televisión, que decidiera presentarse en el Teatro Heredia.

Con beneplácito, y no exento de criterios encontrados, muchos (y me incluyo) acogimos la noticia de desterrar de los espacios públicos la música vulgar. Quizás sea hora de extender un poco más la mirada y apostar por la publicidad y promoción de creadores que han logrado mantenerse en la popularidad del humor cubano sin caer en la monotonía y la mediocridad, con propuestas inteligentes que conviden a criticar y reír.

También es necesario purgar los catálogos artísticos, sin caer en la censura desmedida e irracional, aunque sin olvidar que la escuela, la casa y otros espacios socializadores, deben apostar más por sujetos críticos, capaces de rechazar la banalidad y los contenidos basura y ofensivos.

Una de las esencias del arte son las creaciones que estéticamente renueven y sean novedosas, y se alejen de la mediocridad y el facilismo. ¿Existe una resistencia a esas propuestas? ¿Queremos esa resistencia?

La beca


Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu

Llevo días soñando lo mismo. Me veo en un albergue durmiendo sobre un colchón sin sábanas. Alguien se encargó previamente de robarlas. He gritado en voz alta y mi mujer me ha sacudido, no sabe lo que está pasando en mi cabeza dormida. Al cerrar los ojos, nuevamente lo onírico aflora y siento ganas de ajusticiar a los supuestos ladrones. Me veo con una cabilla corriendo tras ellos, escaleras abajo, hasta tenerlos acorralados, entonces, sólo entonces, los chorreras de sangre estallan ante mis ojos, la gente grita fuerte. “Los ha matado”, dicen. “Se volvió loco”. En mi mente, las imágenes del Tele play Camionero aparecen una y otra vez. Recuerdo a la muchacha con nombre de líder ruso, tantas veces montada por sus compañeros de aula, que le hacían cola   y pedían no derramarse en sus entrañas; al chico pintado con las heces que un listo puso en su colchón. Cierro los puños y quisiera regresar en el tiempo, poner las cosas en su justo lugar, no quedarme con las frustraciones, al menos intentar ser yo en medio de aquella uniformidad que nos asesinaba la individualidad; pero sólo me quedan estas pesadillas de las que no logro liberarme.

miércoles, 16 de julio de 2014

Médico divino en Contramaestre

Odelín Lara es un personaje fantástico en la vida cotidiana de Contramaestre.Escuchar audio en el siguiente enlace: Médico divino en Contramaestre

Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu

Odelín Lara es un personaje fantástico en la vida cotidiana de Contramaestre. Lo llaman Médico divino. Carga  en su bicicleta un archivo de oraciones para influir sobre las enfermedades, y según sus palabras, curarlas.

Entrevistarlo fue fácil, pues siempre tiene el oído atento a la radio local cada miércoles y sábado, para disfrutar la salida al aire de Personajes y lugares de mi pueblo. Así que como se siente un personaje, se nos acercó  para compartir con amigos y amigas del mundo, el don que cree tener. Escuchar audio en el siguiente enlace: Médico divino en Contramaestre



lunes, 14 de julio de 2014

“No se puede escribir nada crítico en Artemisa, Cuba, hasta después del 28 de julio”

Por Harold Cárdenas Lema (harold.cardenas@umcc.cu)

En el reino del experimento, la improvisación es cosa diaria si no se previene y el dogma es rey si no impera el sentido común. La provincia de Artemisa es joven, cuenta con medio millón de habitantes y desde su surgimiento ha sido territorio de ensayo para numerosos experimentos. Se espera que el éxito de estos pueda extenderse al resto del país pero esperemos que no todo lo que ocurre en Artemisa, prolifere.

Esta fue la jurisdicción seleccionada para celebrar la sede del 26 de julio este año, en esta decisión debe haber influido mucho que la provincia tenga en su territorio la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, una de las mayores apuestas de Cuba para salir de la crisis de las últimas décadas. Este es un tema complejo y sensible porque muchos artemiseños sienten que el Mariel no pertenece a la provincia, el acceso allí es restringido a los habitantes e incluso los periodistas necesitan autorización para acceder, de hecho casi siempre son periodistas de medios nacionales quienes cubren las noticias de la Zona.

Es normal en un lugar que todavía construye su identidad, que se cometan errores a menudo pero estos no pueden ser de principios ni pueden dañar algunas de nuestras esencias porque el daño sería mucho. Esto acaba de ocurrir.

Un funcionario de la prensa en la provincia ha dejado claro recientemente que: “no se puede escribir nada crítico hasta después del 28 de julio”, es decir, la crítica tiene su momento y este comienza luego de las actividades posteriores a la celebración del ataque al Cuartel Moncada. Triste que cosas así sigan ocurriendo en Cuba, triste que una periodista de Artemisa en estos días vea su trabajo en peligro por no seguir la instrucción de su jefe según la cual los blogs no son para hacer literatura sino política… “son para defender la Revolución”. ¿Acaso escribir literatura en un país en Revolución no es una forma de defenderla? ¿O seguimos propiciando una blogosfera atrincherada? Confío que hayamos madurado lo suficiente para que cosas así y personas tan dogmáticas, no se salgan con la suya.

Fuente:
http://jovencuba.com/2014/07/14/artemisa-en-26/


miércoles, 9 de julio de 2014

La estafa de Cuquita la mora en Contramaestre, Cuba


Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu
Acudimos al cine teatro de la ciudad. Célebre humorista actuará para Contramaestre. Expectativas florecen en masa. El precio de la entrada promete un espectáculo por todo lo alto. La cávala del día, a pesar de ser martes, no ofrece pistas negativas. “Cuquita la mora, tranquila y sin demora”,  anuncia a través de la radio local, una noche inolvidable. La hora se confabula para el éxito: 8:30pm. 

En honor a la verdad, dudé sobre la capacidad de convocatoria de esta actriz, sin embargo, debo inclinar la cabeza, a las 9.00 pm, más de quinientas personas abarrotan la sala principal del Bélic. Previamente algunos clics de videos identificados con el nombre: “LA MOSTRA DEL HUMOR”, arrancan risas y aplausos. La gente cree que el espectáculo superará el aperitivo servido en la pantalla. 


Al encenderse las luces del escenario, aparece Cuquita la mora; aplauso cerrado. Sus ojos recorren la sala. Entonces sucede lo increíble. Frases de mal gusto, cuentos de humor negro y  vulgares juegos de participación,  donde niños y niñas son protagonistas, se adueñan del “prometido espectáculo”.   


Jineteras y mujeres infieles y desesperadas por viajar al extranjero colorean su propuesta.
Las malas palabras, con un teatro lleno de niños y niñas, no se les pueden perdonar. No faltan tampoco calificativos rocambolescos contra homosexuales y lesbianas. Los hombres no escapan a sus vituperios, desde construcciones facilistas alusivas a tamaños del pene, hasta la “cómica” forma de hablar de los orientales. 

Al bajar el telón, no hay aplauso cerrado. La estafa de Cuquita la mora se hace realidad. Un precio bien caro por la entrada y un espectáculo donde primó el facilismo, el choteo incisivo y el mal gusto,  fueron el regalo de esta “artista”, a las personas de mi pueblo, en el inicio del verano.

martes, 8 de julio de 2014

¿Por qué no se puede salvar en Cuba mi deteriorado pueblo?

Es triste apreciar la destrucción de los principales símbolos arquitectónicos de la ciudad –el HOTEL PÉREZ lo es-.
Por Ernesto Andrés de la Fe
 
Esta es la fachada de un antiguo complejo, antes llamado Hotel Pérez. En la actualidad comprende un hotel, un restaurant y un comercio, en el centro de Contramaestre, -mi pueblo-, aquí en Cuba. Sus usos cambiaron en diferentes momentos hasta convertir la tienda en local principal de un transmisor de televisión y el huracán Sandy se encargó del resto. Sólo funciona el restaurante, lo demás está en desuso. No hay  presupuesto para recuperarlos y darle el antiguo esplendor que un día tuvieron. 

 
El hotel, luego de años sin una reparación capital, sufrió los embates del ciclón y las autoridades dedicaron esfuerzos y recursos a la recuperación de otros renglones de la economía. Su planta alta está destechada; en la  baja se ubica un “restaurant” que no tiene imagen y servicios adecuados para recibir tal calificativo. Es triste apreciar la destrucción de los principales símbolos arquitectónicos de la ciudad –el HOTEL PÉREZ lo es-,  y que las autoridades no tengan recursos para variar su situación y conferirles el carácter de obras emblemáticas de nuestro pasado republicano.  

 
Los nuevos mecanismos de gestión económica, -las cooperativas no agropecuarias-, han demostrado la capacidad que tienen para hacerse cargo de establecimientos que no pueden sostenerse, ni recuperarse. Creo que lo más saludable sería arrendarlos en función de ofertar los mismos servicios de antes, e incluso convertirlos en espacios emblemáticos de algún proyecto cultural comunitario, liderado por la Asociación Hermanos Saíz, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba o la Sociedad Cultural José Martí. 

 
Ahora tienen la palabra los gobernantes locales,  pues mientras la situación económica no cambie, se seguirán recortando los presupuestos  y florecerán cada vez más establecimientos similares al destruido Hotel Pérez, Colonial o como prefieran llamarlo los nativos. Sugiero entonces, a los dirigentes de mi pueblo, que creen facilidades para escuchar propuestas. De ese diálogo fecundo, saldrá mejor entendida la ciudad y sus usos. Tal vez en breve tiempo, tendremos de regreso un hotel más confortable, un comercio floreciente y un restaurante que sea orgullo de nuestra culinaria local.

lunes, 7 de julio de 2014

Médico cubana encerrada en jaula de oro árabe


Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeaguaoriente@gmail.com

 A la protagonista de esta historia. Por razones éticas no revelamos su nombre. 

Estudia medicina y casi está al graduarse. Todos los hombres se meten con ella. No pueden ignorar la danza de sus caderas. El perfume que exhala su piel despierta las más sublimes sensaciones. Es la deseada de la Facultad de Medicina. Lo sabe y vive  ese pedacito, hasta que llega un árabe hermoso de pocas palabras. Las amigas dicen que no es para nadie, pero está segura de hacerlo suyo. “Es cuestión de tiempo, cuando sepa sobre mi cuerpo, no le quedará más remedio que comer en mis manos”, dice. La oportunidad llega con una fiesta. El árabe encerrado en el mutismo acostumbrado no socializa con nadie. No tiene ojos para las muchachas. Una mano acaricia su cabello, lo invita a brindar. El ron quema la garganta y un agradable calor pinta su cara. Lo invita a bailar, él  responde que no sabe. Las copas desbordan la intimidad. Terminan enlazados en una cama. Todo fue fácil. En lo adelante, se convierte en sus ojos, él se deja guiar y complace sus caprichos. Son felices, pudiera decirse, pero llega el día en que debe regresar, entonces propone casarse e irse a su país natal. La muchacha no duda, da la firma sin mirar atrás. Montan un avión y se pierden en el mapa. Al llegar, muestra sus inmensas propiedades. Señala una y dice: “Es tu casa”. No puede creerlo, ella que siempre vivió hacinada en el cuartito compartido con su hermana mayor. Cierra los ojos, cree soñar, hasta que una llave abre una puerta  y recibe una patada en las nalgas anheladas por tantos hombres en Cuba. No puede entender: “¿Por qué me haces daño?”, interroga. El árabe desnuda el cuerpo con rabia. “En lo adelante vestirás como una mujer decente”. Coloca joyas  de oro y plata donde le da la mismísima gana. Por el inmenso pasillo ajedrezado aparece una criada. “Llévala a sus aposentos. No olvides poner el cerrojo a la salida”. En el camino, muchas habitaciones llaman su atención: “¿Quiénes viven en ellas?”, pregunta. “Es el harén del amo. Usted ocupa la número 6”. Lámparas de vidrio, alfombras, cama tendida con sábanas de hilo blanco. Pequeña ventana no permite saber cuándo es noche o día. “Aquí vivirá una recién graduada de medicina en Cuba”, dice. Nuevamente cierra los ojos, todo parece una pesadilla de mal gusto. No se da cuenta y se queda dormida. Un ruido la hace abrir los ojos. El árabe completamente desnudo  y con aquel pene enorme, tenía en sus manos una extraña cadena, agitada a uno y otro lado, como un fuete para golpear animales. “Desnúdate”. Entonces la pesadilla se hace realidad. La tira boca abajo y comienza a darle cadenazos en nalgas, espalda, piernas. Los moretones tiñen el cuerpo que tantos desean en Cuba. Mientras más golpes, más crece el pene del árabe. No puede creer  que aquel hombre la monte como yegua y  se lo haga con una fuerza descomunal que hace sangrar vulva, ano, labios. Luego se pone de pie y desaparece por unos cinco o seis días. Una vez a la semana recibe bondades de macho  dueño de harén. Tres años pasa en aquella jaula de oro, tiene lo material soñado en Cuba, pero faltan los paseos de fines de semana, las conversaciones habituales con amigos y amigas, las visitas a Copelia,  el café de su madre bien temprano, el potaje de frijoles colorados, el chicharrón de puerco, la yuca con mojo…Tiene que escapar, no puede permanecer en un lugar donde se extingue a la velocidad de la luz. Piensa en la criada  y arriesga enseñarle un poco de español, así logra comunicarse, saber dónde está, quién es en verdad aquel hombre y cómo encontrar el consulado cubano para pedir ayuda. Varios meses planifica la huida. La criada logra conseguirle ropa masculina y permite que salga. Por las señas, sabe  llegar. Sólo conserva el pasaporte, aquel salvaje olvidó romperlo y ella lo escondió por si un día hacía falta.  Ese día había llegado. Los de seguridad no la dejan pasar, dice que es cubana. Muestra el documento. El cónsul la recibe. Escucha su historia. Hace una mueca de disgusto, pero reprime las palabras que están por salirle. Hace unas llamadas telefónicas y pone a su disposición un carro que la llevará al aeropuerto. En menos de seis horas, todo está resuelto. Vuela de regreso a Cuba. En su mente lleva grabada una historia de dolor que nunca olvidará. Al llegar a casa, su familia la recibe con alegría. Lo único que hace es llorar. Es atendida por un psiquiatra durante meses. Jura no casarse más con ningún hombre, aunque sea cubano. Un fin de semana limpia su casa como es costumbre hacerlo en la isla. Tocan a la puerta. Confiada abre, allí está aquel salvaje que tanto daño le hiciera. Cae desmayada. Su hermano observa lo sucedido, conoce bien al actor del infortunio. Se abalanza sobre él y lo golpea ferozmente con el plan de un machete hasta casi dejarlo por muerto, luego llama a la policía y dice que ha asesinado a un extranjero. El árabe es llevado a terapia intensiva. Celebran el juicio, piden muchos años para el muchacho, pero su hermana muestra el cuerpo, narra la desgarradora historia de sus años en aquel país, habla del cónsul cubano que favorece su regreso y el Tribunal queda boquiabierto. Aplican una cláusula donde lo multan por escándalo público. Al árabe lo mandan a su país,  vía aérea; nunca se supo si murió o sobrevivió la golpiza. Ella ejerce de médico actualmente y aconseja a las jóvenes cubanas a aprehender  de su historia. “Las jaulas de oro tienen un precio muy alto”.

viernes, 4 de julio de 2014

Un Martí de carne y hueso

Exhumación de José Martí en Remanganagua. Dibujo de Antonio Isaac.

Por Amir Valle (Especial para Caracol de agua)

Hasta una tarde de aquel 1985 en que cumplí los 18 años, José Martí tenía para mí la blancura lechosa de los bustos que crecían como hongos solitarios en casi todas las escuelas de la isla o la grisura de aires ancestrales y lejanos de los daguerrotipos que reproducían la que pudo ser su real imagen humana. Y era obvio: en las historias que escuchábamos en clases, en los matutinos, en los numerosos eventos martianos a los que asistí siempre signado porque, según los maestros, “Amir hace buenas composiciones”, se nos presentaba a un iluminado Apóstol (luego se nos prohibiría referirnos a él con ese término cristiano, cuando llegaron los tiempos en que las religiones se consideraban “el opio de los pueblos”), un hombre tan excepcional que parecía divino, un incorruptible en toda regla, casi un Mesías, nuestro Mesías anunciador de las buenas nuevas que nos cumpliría ese otro Mesías, Fidel Castro, que adoramos con una pasión similar, repitiendo aquello de que Martí era el Autor Intelectual del Asalto al Cuartel Moncada con el que arrancaría la gesta revolucionaria que triunfó en 1959.

Un busto, solo, blanco, que necesitaba recibir una mano de lechada barata cada año para no ennegrecerse bajo los embates de las lluvias, el polvo y el salitre tan habitual en mi Santiago de Cuba. Eso era José Martí. Alguien fallecido mucho tiempo atrás. Del pasado. Ilustre muerto, es cierto, pero muerto al fin y al cabo. Y los muertos, ya se sabe, suelen irse difuminando en la memoria de quienes lo conocieron; de modo que para quienes sólo conocimos su nombre y sus viejas fotos, lo veíamos tal cual nos lo pintaban: alguien sin vida, un hombre de yeso o mármol o bronce que lo mismo sacaban a cuento cuando se trataba de combatir al imperialismo yanqui, cuando se hablaba de la entrega al arte (nos referían entonces sus duras estancias en el exilio escribiendo una obra literaria monumental pese al hambre, el frío y las adversidades), o incluso (los más osados, y en aquel entonces siempre en voz baja para no ser oídos) cuando se hablaba de esa fama de gran amante que tiene el hombre cubano (ya se sabe, nos decían, alguien con “esa labia” tumbaba a cualquier mujer que se le pusiera a tiro, incluida una jovencita de Guatemala a la que, cuentan, volvió loca de amor).

Lo cierto es que fue justo en las más irreverentes historias (contadas en voz baja, ya lo he dicho) donde Martí comenzaba a cobrar para mí cuerpo de persona viva. Saber que se había aficionado a la Ginebra para matar el hambre (en voz baja otra vez soltábamos aquello de “Pepe Ginebrita”); saber que le alebrestaban las faldas con la misma naturalidad con la que a mí me volvían loco las sayitas a medio muslo de mis hermosas compañeras de la Vocacional Antonio Maceo, allá en las afueras de Santiago; y saber sobre todo que el tan citado Ismaelillo era un poemario nacido de carencias, contradicciones y dolores personales y familiares muy fuertes, fue la causa de que un día, quizás a los catorce años, decidiera emprender la lectura ordenada de aquellos 27 tomos de Obras Completas de José Martí que mis padres, maestros de profesión, atesoraban en la muy rica biblioteca familiar en la que yo jugaba desde niño. Fue todo un descubrimiento. Y no voy a escribir aquí que me fascinó, como han escrito muchos otros por seguir la norma de alabar al iluminado intocable: a esa edad, sólo me vi conmovido por su poesía y por los ejemplares de la revista La Edad de Oro que también adornaban los estantes de aquel cuarto, en bellas ediciones hechas en Venezuela (que, por cierto, nunca supe de dónde salieron). El resto de lo que logré leer me pareció palabra antigua, textos pasados de tiempo, fuera de lugar, lejanos a mi sensibilidad, que sólo pude entender en su complejidad años después, cuando emprendí otra vez la tarea de leer aquellos gruesos volúmenes color vino.

En plena adolescencia, cuando cursaba la secundaria en una escuela en el campo con nombre que aún no entiendo: Bungo 6 (es una palabra que no aparece en el diccionario y por la cual, más tarde, los cubanos comenzamos a referirnos a un tipo de plátano), un profesor de historia propuso aprovechar que los recorridos de las guaguas que nos traían desde Santiago hasta las cercanías de la Loma del Yarey donde se encontraba nuestra ESBEC pasaban por Contramaestre y consiguió que un fin de semana, antes de entrar de pase, la guagua de nuestro grupo desviara su ruta y se detuviera en un pueblo que transpiraba tristeza: Remanganagua, interesado como estaba en que pisáramos el lugar donde Martí había sido enterrado por primera vez y durante unos días hasta ser trasladado al Cementerio Santa Ifigenia, en la capital provincial.

Otra vez, la nada: el deterioro que encontramos en el sitio al que se nos condujo con tanta reverencia y respeto no consiguió impactarnos. Fue tal el desastre que encontramos, que la visita duró apenas pocos minutos y de aquel momento sólo recuerdo a dos de mis compañeros haciendo competencia a ver quién saltaba más cruces en una esquina del vetusto cementerio y a un guajiro de Palma Soriano, amante de la décima, que soltó, jodedor, en voz baja: “Pueblo de Remanganagua,/donde es mal gusto reírse,/donde es triste hasta morirse/y arrastrar con esta yagua…”, aunque sólo se quedara en esa cuarteta al ser escuchado por el profesor, que lo paralizó con una durísima y seca mirada, sin imaginar que desde entonces aquellos cuatro versos inconclusos nos permitirían burlarnos de nuestro amigo llamándolo “El Poeta de Remanganagua”.

Finalmente fue la muerte la que me humanizó al Martí de yeso que se erguía, anclado como un pedestal solitario e inmutable, en mi memoria. Esa misma muerte que, años atrás, descubrió el niño que yo era cuando vi el cadáver de mi abuelo Ceferino dentro de su ataúd, los huecos de la nariz y las orejas taponeados burdamente con algodón; una imagen que me sacó de la felicidad de mi infancia y, apenas con 8 años, me puso ante la dura verdad de que un día las personas que más uno quiere pueden dejarnos. Y así, si el rostro inolvidable de mi abuelo se convirtió para mí durante años en la imagen perfecta de la muerte; el rostro corrompido de José Martí, me permitió saber que él también una vez existió, amó quizás con la misma pasión con la que yo he amado, tuvo sueños y luchó por ellos igual que otros muchos lo hemos hecho, murió fatalmente un día y fue, como mi abuelo, aunque suene fuerte decirlo, pasto de gusanos. E imaginé a José Julián Martí, “Ismaelillo”, exhumando los restos de su padre (cosa que, supe luego, logró hacer sólo el 24 de febrero de 1907 allá en el cementerio de Santa Ifigenia). “La muerte es la más humana de las verdades”, diría un sabio poeta hindú, Tagore.

Era, lo dije al inicio, una tarde de 1985. El escenario, la casa de la ensayista y profesora universitaria Daysi Cué (amiga, consejera, una de las personas más inteligentes y lúcidas intelectualmente que he conocido). Y aquella imagen que reproducía a un Martí acabado de sacar de su primera tumba, con los evidentes estragos de la putrefacción (recuerdo especialmente las cuencas de sus ojos hundidas, su labio destrozado por lo que supe después había sido un disparo, la piel de su frente resecándose ya pegada a la osamenta) era un daguerrotipo tomado en el momento de la exhumación, una de las muchas joyas históricas que había logrado salvar de la destrucción y el vandalismo ese otro gran investigador que fue el padre de Daysi, si no recuerdo mal, llamado Juan Francisco Cué.

Ese día, impactado por la devastación biológica que algo tan común como la muerte física había provocado en José Martí, comencé a sentir que el hombre de yeso se humanizaba. Y desde entonces, del que sin dudas puede ser catalogado como el más grande de los cubanos, José Martí, jamás he podido hablar en términos que no sean humanos: gracias a lo grotesco de su muerte, a la putrefacción que se ensañó en su cuerpo como podría hacerlo con cualquier otro de nosotros llegado ese trance, descubrí que prefería mil veces a ese ser humano lleno de defectos, sueños, virtudes, fracasos, empeños, imperfecciones, vacilaciones y geniales o erradas decisiones políticas y de vida, que fue capaz de alzarse sobre toda la miseria que cargamos por igual todos los humanos para convertirse en un símbolo vivo de la historia cubana, en uno de los escritores imprescindibles de las letras en lengua castellana, en parte de un ideario nacional eterno que nada tiene que ver con ese Martí aséptico y desangelado que insisten en mostrarnos, y mucho menos con estatuas de yeso, mármol o cobre. 

jueves, 3 de julio de 2014

Correos de Cuba: un desafío para los que esperan

No dejarlos en manos de Correos de Cuba, donde rapidez y eficiencia  son palabras olvidadas.
Por Ernesto Andrés de la Fe. 

Recibir un paquete en la Isla parece ser una bomba de tiempo. La cuestión es que los envíos desde el exterior de misceláneas hacia Cuba es un desafío para quienes esperan. Hace ya dos meses recibí la noticia que un familiar me había mandado un paquete desde Venezuela. Increíble, a los doce días ya estaba en tierras cubanas, había viajado de Venezuela a Panamá y desde allí hasta el puerto de La Habana. 
 
Mediante el servicio de rastreo vía teléfono e Internet se conoce la localización del paquete hasta que entra a puerto cubano, donde tal parece deja de ser responsabilidad de la compañía internacional en la que se solicitó y pagó el envío, que en sus slogans refiere “seguridad, rapidez y eficiencia”. Dentro del territorio nacional nadie brinda información, pasan las semanas y la “rapidez y la eficiencia” impacientan a los destinatarios. 

 
Molesta más que al recibir el paquete te cobren 10 cuc por cada kg después que este sobrepasa los 3 kg de peso, sin importar los retrasos. Como si esto fuera poco, en la tarde de ayer, un amigo me comunicó que estaba en una situación similar, le mandaron cuatro paquetes hace cinco meses y sólo ha recibido dos, los otros no acaban de llegar.

 
Mis visitas reiteradas a la Oficina de Correos de mi pueblo (Contramaestre), sitio donde se recepcionan los envíos, me produce irritaciones crecientes ante tanta desconsideración; pregunto: ¿quién es responsable por la demora del servicio?, ¿quién responde por la falta de información a los usuarios?,  ¿por qué a pesar del retraso debo abonar el mismo importe? 

 
Las compañías deberían fijar un tiempo máximo de entrega, incluirlo en el contrato; de no cumplir lo pactado, estarían obligadas a indemnizar a los afectados y hacerse responsables  de los paquetes hasta su entrega, y no dejarlos en manos de Correos de Cuba, donde rapidez y eficiencia  son palabras olvidadas.

miércoles, 2 de julio de 2014

Lluvia de cocuyos para Cuba por encima de bloqueos y embargos

El doctor José R. Cruz en un intercambio con miembros de Blogosfera Cuba en La Habana.
Por Arnoldo Fernández Verdecia. caracoldeagua@cultstgo.cult.cu

José R. Cruz es un cubano nacido en el centro de la isla. Hace varias décadas vive en Estados Unidos, pero no ha perdido los vínculos con los que estamos dentro. No es un cubano intransigente, ni un extremista empecinado, no carga rencores del pasado, es una persona moderada que cree en la ciencia como herramienta de transformación cultural. Por eso escribió el Proyecto Educación en Valores Éticos y Morales para Cuba y ha intentado varias veces que alguien lo escuche.

Nuestro diálogo comenzó gracias a  mi Caracol de agua. El doctor Cruz, luego de haber creado una amistad basada en nuestra común  admiración por la obra del brasileño Paulo Freire, me propuso sus explicaciones: “Es el momento de que la Iglesia y el Estado hablen sobre el problema de los valores en las Escuelas Públicas. Y está bueno ya de hacer correr a uno de sitio en sitio, parece que todo el mundo anda "juyendo" de sus responsabilidades… ¿Quieren seguir así? Entonces no hay educación en valores que valga un comino. Todo esto supone que todos, ustedes y nosotros, y ahí se incluyen todos, hagamos un gesto. Vamos a llevar adelante un proyecto sencillo, en libertad para jóvenes y para maestros, para padres y para profesionales. ¿No habrá nadie con quien hablar en Cuba sobre mi propuesta? Quiero hablar de un plan nacional para los jóvenes de las escuelas públicas del Estado. Si no es para ellos, no puedo, para eso creamos el Proyecto”.

Pedí a Cruz sus fundamentos científicos y este fue su razonamiento:

“Primer Nivel
1. Niños/as y adultos/as interesados/as en oírse, respetarse y abrirse -decidirse a pensar un pensamiento original suyo- cada vez con menos miedo;
2. Niñas-os y adultas-os experimentando gozo en ser (oír, oírse; decirle, decirse; creerle, creerse su -de él/ella, su de sí mismo/a palabra, idea o razonamiento; experienciar/experimentar sentimientos autóctonos como buenos y propios) él-ella mismo-a;
 3. Niños-as y adultos-as deseando ser y llegar a ser todo lo que cada quien sienta o sueñe que pueda llegar a ser...

Segundo Nivel
Cuando, ya en un Segundo Nivel, un facilitador introduzca un valor del grupo seleccionado (Proyecto de gestión compartida, en el cual se seleccionarían  valores y  su descripción vital, de común acuerdo y estaría  coordinado por un grupo escogido también de común acuerdo, todos-as estarían listos/as y motivados/as para participar constructivamente en su propio desarrollo y el del grupo, comunidad local y nación. El futuro proceso ya sería de un nivel de enriquecimiento grupal y comunitario de carácter tanto cultural, como ético y moral extraordinario.

Estos grupos irradiarían una energía y un entusiasmo nuevo, un optimismo contagioso y enraizado en sí mismos/as.   Este Segundo Nivel presentaría los valores en su perspectiva de INFORMACION VITAL ya estructurada y consensuada por el Equipo de Gestión Compartida,  aunque el diálogo y el esfuerzo pedagógico/académico continuaría dentro del paradigma Rogers-Freire-Goleman-Cruz. 

La formación  de los profesores que se encargarían de  preparar a los “facilitadores” de grupos deberá  incluir esta educación especializada en el área de enseñanza de valores. Esta comunicación debería ser mediada o facilitada por alguien, un facilitador/orientador personal que ayude a que el sujeto la relacione con la vida suya y la integre con su proyecto de vida.

Aquella información que se reciba e integre en la vida del sujeto de esta forma se designa como “información vital” y es indispensable para que el sujeto se desarrolle hacia su plenitud humana personal,  comunitaria  y nacional.  Escoger aquella información vital mínima capaz de contribuir significativamente al desarrollo de los individuos, grupos, comunidades y la nación entera, es una labor imprescindible en la que deben participar de una manera decisiva los sujetos mismos, ya sean niños, jóvenes o personas de mayor edad; y a su vez todos/as  aquellos/as que por lazos familiares/sociales estén comprometidos en el desarrollo humano, cultural, espiritual o religioso de los demás deben contribuir y tomar parte activa en la elaboración de ésta.

En mi libro Hacia el Desarrollo de la Personalidad (HDP), se presentan cinco temas divididos en varios subtemas intentando cubrir, a modo de ejemplo, aquellos conocimientos que podrían incluirse en el grupo denominado  información vital a nivel global. En  HDP propongo cinco temas claves: Personalidad, Hábitos de Estudio, Proyección Social, Inteligencia y Actitud ante el Futuro. 

Recuérdese que tanto el facilitador/coordinador del pequeño grupo como el facilitador que imparte la comunicación en grupo pequeño de “información vital”, deben ser cuidadosamente escogidos y preparados para una labor tan sensible y que exige niveles altos no solo de madurez, sino también de tacto y prudencia.

Facilidad y riqueza de comunicación oral, capacidad de expresarse convincentemente a un grupo pequeño, efectividad en comunicarse a nivel de sentimientos e ideas simultáneamente: éstas son varias de las características más significativas de las que deben estar dotados estos facilitadores y comunicadores de Información Vital.  Este/a facilitador/a debe poseer dotes verdaderamente carismáticas para ello. Estos facilitadores pueden en casos excepcionales presentar la información a varios grupos simultáneamente, según la evidencia de  las posibilidades mostradas por el facilitador y la evidente aceptación mayoritaria de los integrantes de los grupos seleccionados. Una mala selección de estos comunicadores de información vital podría  ser el elemento negativo más significativo en la explicación de la posible inefectividad del Proyecto de Educación en Valores Éticos y Morales en una escuela o comunidad.

Cuando una escuela dos veces a la semana durante 40 minutos cada vez, reúna a estudiantes del mismo grado en grupos pequeños de no más de siete miembros cada uno; ponga al frente de cada grupo a un facilitador/estudiante preparado durante dos fines de semana por un Coordinador General  y tres Subcoordinadores Generales; y esta rutina educativa se lleve a cabo seguidamente durante 12 semanas, se habrá completado el Primer Ciclo del Proyecto. El Segundo Ciclo duraría 12 semanas igualmente, salvo que la primera semana, de cada dos semanas, se dedicará a impartir Información Vital y esta información sería la materia de discusión y análisis del pequeño grupo la próxima semana.

Proponemos que estos dos niveles (12 semanas cada uno) podrían ser repetidos una vez el primer año, dándonos un total de 48 semanas de dos sesiones de 40 minutos cada una. Se haría un estudio evaluativo de esta primera jornada de Educación en Valores Éticos y Morales  siguiendo la metodología cualitativa de evaluación en la acción. Cambios serían introducidos en caso de que así se juzgara conveniente al repetir esta primera jornada en otros niveles educativos.

Acciones Globales Sugeridas durante el Proyecto Masivo de Educación en Valores Éticos y Morales
 
Actos culturales en la escuela con temas conformes con los Valores, con actos y premiaciones a las exposiciones más resaltadas de los concursos de escritos, dibujos, poesías, y demás áreas de la creación artística y literaria nacional.

Actos culturales en los medios de comunicación social comunitarios locales y nacionales haciendo alusión al proyecto de educación en valores éticos y morales.

Eventos especiales continuos en las instituciones sociales, educativas, culturales, religiosas y deportivas de todo el país con actos relativos a la educación en valores éticos y morales.
Palabras de las personas con mayor preeminencia  pública del país resaltando el significado de las jornadas de educación masiva en valores éticos y morales.

La cooperación de todos los organismos vivos de comunicación usados masivamente por los más jóvenes por la Internet tales como Facebook y blogs digitales”.

Luego de leer la fundamentación del doctor Cruz  saqué mis propias conclusiones, tenía ante mí a un hombre dotado de un amor inmenso por el magisterio; conversamos varias veces, -vía telefónica, redes sociales, email-, y expuse todos los elementos que desde mi humilde posición en la sociedad cubana consideraba. Él los escuchó con respeto y llegó a decirme que si nuestro Ministerio de Educación aceptaba, se mudaría a la isla a vivir sus últimos años, consagrado al Proyecto Educación en Valores Éticos y Morales. Caracol de agua se entregó a la obra y estableció contactos con autoridades importantes de nuestro gobierno, hizo llegar  los criterios en que descansaba la propuesta del doctor Cruz; en todos los casos, se me notificó la posibilidad de estudiarlo, pero nunca llegó una respuesta.

José R. Cruz no se ha cansado  de soñar Educación en Valores Éticos y Morales para los cubanos, cree posible una obra de infinito amor, por encima de barreras que no permiten un diálogo fluido a ambos lados (Cuba y sus emigrados). Intelectuales valiosos apreciaron profundamente sus propósitos, incluso compartieron con él en su reciente visita, -Feria Internacional del Libro de La Habana-, cuando presentó un texto de Paulo Freire junto a la viuda de este último. 

A pesar de las montañas, Cruz no se cansa y viene una y otra vez a Cuba, -como el buen jesuita misionero que fue-, a buscar a alguien que le de una respuesta, alguna respuesta. Ha vivido la mayor parte de su vida fuera de la isla, pero tal parece que nunca se ha ido. Sus palabras, en una de nuestras últimas conversaciones, lo definen completamente:

“El arte de (la pedagogía) consiste en comunicarse con los demás (aquí se trata de jóvenes) y provocar en ellos un re-encuentro con sus reservas morales más  profundas;  y con tacto  y sensibilidad  ayudar  a identificarlas y darles cauce. Para cuando lleguemos al final, todos estarán en rumbo y en contacto con ellos mismos, es decir, con lo más digno y honorable de ellos y ellas mismas y por caminos de los que la Patria y los demás nos sentiremos orgullosos. Cuantas veces hay que hacer algo bien hecho, algo que llega a su destino, aunque este nunca toque su fin ni se pueda fotografiar estáticamente. Ese destino es dinámico y como carro de carrera, suena y retumba de un modo agradable y corre con luz propia. Y un día, que yo veré Arnoldo, todos los cocuyos se unirán y darán una luz tan escandalosamente bella y potente, que se le permitirá una tarde dejar descansar el sol, la luna y las estrellas, porque ellos con su propia destello y estilo, podrán elegantemente sustituirlos. Para ese entonces, nuestro pueblo, nuestros hijos e hijas, nuestra gente toda, habrá encontrado en Cuba, la Patria conque soñábamos todos”.

Caracol de agua reconoce el valor de compatriotas como el doctor en ciencias José R. Cruz; ojalá y siga montando a Rocinante en esa cruzada soñada por él para los cubanos de la isla, por encima de Bloqueos y Embargos. Las montañas seguirán en pie, pero los buenos jinetes, si tienen intenciones honestas para el bien de la Patria, no deben descansar. En su tumba algún día florecerá un epitafio sembrado por algún cubano sensible de estirpe martiana, donde se lean estos versos: “yo soy bueno y como bueno, /moriré de cara al sol”.  



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